Escúchame, jovencito: hazme caso y vivirás muchos años. Yo, como maestro,
te enseño a vivir sabiamente y a siempre hacer el bien. Vayas
rápido o despacio, no tendrás ningún
problema para alcanzar el éxito. Acepta mis enseñanzas y no te apartes de
ellas; cuídalas mucho, que de ellas depende tu vida. No te juntes con gente
malvada ni sigas su mal ejemplo. ¡Aléjate de su compañía! ¡Aléjate, y sigue
adelante! Esa gente no duerme hasta que hace algo malo; ¡no descansa hasta
destruir a alguien! En vez de comer, se satisface cometiendo maldades; en vez
de beber, festeja la violencia que comete. La vida de los hombres buenos brilla
como la luz de la mañana: va siendo más y más brillante, hasta que alcanza todo
su esplendor. La vida de los malvados es todo lo contrario: es como una gran
oscuridad donde no saben ni en qué tropiezan. Proverbios 4:10-19
Toda persona anhela que le vaya
bien en todo lo que decide hacer, pero eso no siempre ocurre así. Hay veces que
se tiene buenas intenciones al querer hacer algo, pero no siempre resulta. Eso
lleva a preguntarse ¿Por qué? porque al no salir de acuerdo a lo que se esperaba,
produce una sensación de frustración.
Al leer estos Proverbios, se puede
apreciar ¡La importancia de una vida sana!, para tener éxito en todo lo que se
emprende. El escritor sagrado refleja claramente que todo depende de lo que se haga
con las buenas enseñanzas recibidas. Aceptar las enseñanzas de la palabra de
Dios, hace que sepa diferenciar las buenas compañías de las que no lo son. Hace
también que la persona sepa por dónde anda, cual es el camino que ha escogido
transitar, y cuál es el destino final del mismo.
La vida de esa persona, es una vida
exitosa, no sin problemas, pero con paciencia y sabiduría va sorteando cada
obstáculo que se atraviesa en su camino. Es una vida digna de ser imitada,
porque en su diario andar es referencia para muchos.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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