Querido jovencito, no rechaces la instrucción de Dios ni te enojes cuando te reprenda. Porque Dios corrige a quienes ama, como corrige un padre a sus hijos. Dios bendice al joven que actúa con sabiduría, y que saca de ella más provecho que del oro y la plata. La sabiduría y el conocimiento valen más que las piedras preciosas; ¡ni los tesoros más valiosos se les pueden comparar! Por un lado, te dan larga vida; por el otro, buena fama y riquezas. Qué grato es seguir sus consejos, pues en ellos hay bienestar. ¡Dios bendice al joven que ama a la sabiduría, pues de ella obtiene la vida! Con sabiduría y gran cuidado Dios afirmó cielo y tierra. Con su conocimiento hizo brotar lagos y ríos y dejó caer la lluvia. Proverbios 3:11-20
¡Cuánto cuesta
aceptar una corrección! No solo en el joven, sino también en personas mayores.
Nuestro ego nos juega en contra en esta área, porque creemos saberlo todo sin
darnos cuenta, que siempre se puede aprender algo de alguien, aun del menos
esperado.
Recibir una
corrección y aceptar una enseñanza, no siempre es fácil porque hay que dejar de
lado el orgullo, que nos hace creer que ya no hay nada que aprender.
Debemos saber que
la vida es un continuo aprendizaje, saber que las cosas van cambiando a cada
paso en nuestro alrededor. Por lo tanto es necesario ir descubriendo, como
adaptarnos a esos cambios, porque formamos parte de una sociedad, que nos
necesita y que la necesitamos para el desarrollo de las capacidades
individuales y colectivas.
Dios como el buen
Padre celestial, ha provisto todo lo necesario para nuestro aprendizaje, en su
palabra escrita que es La Biblia. Aceptar las enseñanzas bíblicas, es aceptar
las enseñanzas de Dios, y eso conlleva sabiduría para las personas que quieran
gozar de una buena y larga vida.
Los abraza en
Cristo. P. Sosa.
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