miércoles, 1 de noviembre de 2023

Reflexión para comenzar un nuevo mes.

Reconciliándonos con Dios por medio de la cruz de Cristo.

Por lo tanto, recuerden ustedes los gentiles de nacimiento los que son llamados incircuncisos por aquellos que se llaman de la circuncisión, la cual se hace en el cuerpo por mano humana, recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. Él vino y proclamó paz a ustedes que estaban lejos y paz a los que estaban cerca. Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.

Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu. Efesios 2:11.

Todos aquellos que hemos aceptado el regalo de Dios, el perdón de nuestros pecados, la justificación, la santificación y la vida eterna por medio de la fe en Cristo Jesús, todo esto por gracia, pasamos a formar parte de la iglesia de Cristo.

Antes de Cristo había distinción espiritual entre judíos y gentiles, pero a partir del nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo, esto ha cambiado en lo espiritual. Ahora Cristo con su sacrificio a favor del ser humano, derribó toda pared de separación de enemistad. Ese sacrificio nos da oportunidad de ser un solo pueblo ante Dios el Padre, constituidos por judíos y gentiles, reunidos en el cuerpo de Cristo como familia de Dios, constituyéndonos en morada de Dios o templo de su Espíritu Santo.

Hace más de dos mil años el reino de Dios se acercó a toda la humanidad, con la venida de Cristo a este mundo. ¿Cómo ingresar a ese reino y ser parte del pueblo de Dios? Quizás se preguntará usted. Quiero decirles que ese ingreso no le da ninguna religión, tampoco sus buenas obras, menos aún cualquier sacrificio que usted pueda hacer.

Hay una sola manera de entrar, el Señor Jesús les da la respuesta; Jesús le dijo: Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó: ¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer? Jesús le contestó: Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te diga: Todos tienen que nacer de nuevo. Juan 3:3. Todas las personas hemos nacido físicamente vivos en este mundo, pero espiritualmente muertos, separados de Dios. Para que nuestro espíritu sea vivificado, es necesario nacer de nuevo por la palabra de Dios y su Espíritu Santo. ¿Cuándo ocurre eso? Cuando por la fe creemos que Cristo en la cruz, pagó nuestra deuda de pecados para con Dios, y aceptamos el perdón y la santificación como un regalo de Dios. A partir de ese momento judío y gentiles, pasamos a ser salvos por gracia de toda condenación y miembros de la familia de Dios. El resto que no ha tomado esa decisión, están fuera del reino y de la familia de Dios, permanecen muertos espiritualmente y por lo tanto lejos de Dios. ¡Entrar o no entrar, es una decisión personal! La puerta está abierta.

Pero, recuerde que esa posibilidad de ingresar tiene fecha de vencimiento, es por eso que la biblia dice; Si oyeres hoy su voz, No endurezcan vuestros corazones. Dios les ama y les espera, pero está llegando el día en que la puerta será cerrada.

Los abraza en Cristo. P. Sosa. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario