Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1
Si hay algo que produce angustia, miedo y tristeza en el ser humano, es sentirse condenado por algún acto cometido contra alguien, lo haya hecho en forma consciente o sin querer hacerlo, pero de igual manera es responsable de sus hechos. Sabe que la condena social es muy fuerte y rápida, sobre la vida de las personas que en algún momento se han equivocado en alguna decisión tomada. También puede llegar el peso de la justicia sobre sus actos o conducta, y eso lo puede llevar a ser arrojado en alguna oscura celda, por algún tiempo o de por vida.
Ahora bien, la persona por su condición de ser humano, nace bajo la maldición del pecado, no porque haya hecho algo malo, sino porque nace separado de Dios, muerto espiritualmente por causa del pecado, y eso lo coloca en un estado de eterna condenación, y no hay nada que la persona pueda hacer para salir de esa condición. Tampoco ninguna religión puede darle una solución a su problema, no hay nada terrenal que pueda cambiar su destino de estar bajo condenación. Está sin Dios y sin esperanza en este mundo.
¡Pero hay una buena noticia! Cada persona que quiera cambiar su situación espiritual de eterna condenación, puede hacerlo. ¿Cómo? Dirá usted. Acercándose a Dios, por medio de Cristo, porque Dios no condena a nadie. Es más, Dios envió a su Único Hijo a este mundo, no para condenar, sino para que cada persona en este mundo sea salva por medio de Cristo, de esa triste situación en la que se encuentra. Lo bueno de esto es que no tiene que ver con ninguna religión, con ninguna institución humana, menos con cumplimientos de rituales, tampoco con algún determinado tiempo o lugar. Quizás usted se pregunte. ¿Cómo es esto, cómo funciona o donde lo encuentro?
Es muy sencillo y fácil de acceder a esta salvación que proviene de Dios. Lo único que la persona debe hacer es creer en Cristo y su obra redentora en la cruz, a favor del ser humano. Esto dice la biblia; Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Juan 3:17.
¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Esto sí que es maravilloso! Dios en Cristo por su gracia, lo ve a usted, me ve a mí, limpio de todo pecado, porque ya el Señor Jesucristo en la cruz, pago mi deuda para con Dios, y la de toda persona que decide creer. No importa cuánto pecado tenga, si cree en Cristo, todo queda totalmente saldado y libre de toda condenación.
Usted ¿Puede creer esto? ¿Quiere ser justificado por Dios? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Por favor no deje pasar esta oportunidad que le brinda mi Dios y Padre celestial. Al que cree, todo le es posible. Único requisito, creer en Cristo y creer que Él, ya pago toda la deuda de pecado que usted tenía para con Dios.
¡LO HACE LIBRE DE TODA CONDENACIÓN!
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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