Esta carta habla de la Palabra de vida, la cual ya existía desde antes de que Dios creara el mundo. La escribimos para contarles lo que hemos visto y oído acerca de ella, para que juntos podamos alegrarnos completamente. Así ustedes se mantendrán unidos a nosotros, como nosotros nos mantenemos unidos a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo.
La Palabra de vida es Jesucristo, que es quien da la vida verdadera: la vida eterna. Jesucristo estaba con Dios el Padre, pero vino a nosotros. Y nosotros, sus discípulos, lo vimos con nuestros propios ojos, lo escuchamos hablar, y hasta pudimos tocarlo.
Jesucristo nos enseñó que Dios es luz, y que donde Dios está no hay oscuridad. Éste es el mensaje que ahora les anunciamos. 1 Juan 1
Esto es muy importante recordar, que Jesús el Hijo de Dios existió siempre en la eternidad junto a su Padre Dios. Llegado el tiempo de venir a este mundo, enviado por su Padre para redimir la humanidad, es engendrado por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María.
Es el único ser humano que nace sin pecado, porque no hubo participación de un varón, para que María quedara embarazada, único caso que no se volverá a repetir nunca.
Jesús, es el Cordero que Dios envía a este mundo, para el sacrificio universal de redención del ser humano. El sacrificio de Jesús en la cruz del calvario, es el único sacrificio aceptado por Dios, para perdón de pecados. He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan 1:29.
Jesús al ser resucitado con poder de entre los muertos, significa que su sacrificio fue aceptado por Dios. Venció al diablo que nos lleva a pecar, venció al pecado que nos separa de Dios, y venció a la muerte dándonos vida eterna junto a Dios. Su sangre derramada en la cruz a favor nuestro, es lo único que limpia de pecado al ser humano arrepentido.
Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
El Señor nos ayude por medio de su Espíritu a vivir en la luz de Dios, creyendo que nuestra salvación, y el perdón de nuestros pecados, está asegurado en el sacrificio redentor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no en todo lo bueno que nosotros hagamos o podamos hacer. Por gracia somos salvos, por medio de la fe en Jesús.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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