Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Más vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Efesios 4:17-25
La humanidad a los ojos de Dios, siempre estuvo compuesta por dos tipos diferente de personas; las personas que aceptan, creen y se acercan a Dios, y las otras que no creen, niegan y rechazan la existencia de Dios. Pero, siempre está abierta la posibilidad de acercarse a Dios para todas y cada una de las personas. Cristo vino a este mundo y entregó su vida, para que la persona pudiera hacer las paces con Dios, porque el amor de Dios está intacto hacia la persona.
Toda persona que vive apartada de Dios por causa del pecado, tiene un pensamiento distorsionado de su realidad, y con respecto a su conducta, deseos y comportamiento en su diario andar. Solo se guía por sus propios pensamientos y deseos que son engañosos, por su condición de estar lejos sin Dios y sin esperanza en este mundo.
En esa condición estábamos nosotros, los que ahora creemos en Cristo, pero Dios que es rico en misericordia, nos hizo renacer a una nueva vida en Cristo, para que andemos en las buenas obras que Dios había preparado, para que anduviésemos en ellas. Por lo tanto, somos nuevas personas nacidas, por la palabra de Dios mediante el obrar de su Espíritu que nos ha dado vida. Ahora, tenemos un Dios y Padre celestial, y tenemos esperanza de vida eterna en Cristo. Eso hace que el Espíritu de Cristo nos capacita, para vivir de una manera diferente a la que veníamos viviendo, no para ser salvos, sino porque ya tenemos una nueva vida en Cristo que es eterna.
A partir del nuevo nacimiento en Cristo, debemos despojarnos de toda enseñanza religiosa y de vida que teníamos, porque ahora en esta nueva vida esas enseñanzas contradicen las verdades del evangelio. El apóstol Pablo dice; Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. Filipenses 3:7-11
Esto muestra claramente que, toda enseñanza recibida antes de conocer a Cristo como mi salvador, es una enseñanza contaminada, por causa del desconocimiento de la verdad del evangelio. Por lo tanto debo desecharlas, y comenzar a incorporar la enseñanza del Espíritu de Cristo, que diariamente recibo a partir de mi comunión con Dios, y la lectura y meditación de su palabra escrita. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1
Por último, recuerde que todo esto que debemos hacer, no es para ser salvos, sino porque somos salvos. Debemos mostrar delante de las personas, el cambio que Dios hizo y está haciendo en nosotros, manifestando esa nueva vida plena y abundante que Cristo vino a traer, para que las personas puedan glorificar al Dios y Padre nuestro y del Señor Jesucristo. El Señor les dé entendimiento y sabiduría espiritual, para continuar creciendo en el conocimiento de Dios y su obra redentora por medio de la fe.
Por último, la salvación es por gracia de Dios, por lo que Cristo hizo en la cruz, no por lo que usted o yo podamos hacer. Lo que usted y yo hagamos, es para mejorar nuestra calidad de vida acá en esta tierra. Nuestra salvación está asegurada en Cristo, no en nosotros.
Ser distinto, tiene su precio y su recompensa. No en valores de esta tierra que son efímeros, sino en valores del reino celestial que son eternos.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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