domingo, 24 de julio de 2022

¡Tiempos de conflictos!

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:10

El mundo está lleno de grandes conflictos, comenzando por los conflictos personales, familiares, sociales, nacionales e internacionales. Donde quiera que haya una persona, hay conflicto. La iglesia de Cristo no escapa a esto, porque aunque no es del mundo, está en el mundo, y tiene los mismos problemas que tienen todas las personas.

Ahora bien, el mundo tiene su manera de tratar con los problemas y dificultades, pero no siempre los resuelve, es más, a veces los magnifica más al tratar de resolverlos, porque se equivoca de enemigo, o porque lucha contra las consecuencias y no con el problema en sí.

Para que a la iglesia no le pase lo mismo, Dios nos dejó en su palabra bien claro, quien es el enemigo contra el cual hay que luchar, la manera de hacerlo y las armas que se debe utilizar para ser un vencedor siempre.

Las personas somos seres espirituales que habitamos un cuerpo, y nuestro verdadero problema está en el espíritu y no en el cuerpo. Pero se manifiesta en lo físico, donde quiera que haya personas, hay problemas, porque el problema está dentro y no fuera de las personas.

Las Sagradas Escrituras nos preparan para esta batalla, dándonos a conocer la estrategia y la armadura de Dios que debemos usar, como así también contra qué enemigo luchamos y donde se encuentra. Si prestamos atención a estas enseñanzas, tenemos la victoria segura aun cuando arrecie la batalla, porque en Cristo somos más que vencedores.

Por ultimo recuerde que el problema no son las personas. No hay que luchar en contra de ellas, el problema surge en lo espiritual, la lucha es contra las fuerzas espirituales de maldad que actúan a través de las personas. El campo de batalla es nuestro propio corazón y mente, ahí es donde estas fuerzas tratan de desarrollar sus actividades y de esa manera confundir para no ser descubiertas. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Firmes y adelante huestes de la fe, sin temor alguno que Jesús nos ve.

Los abraza en Cristo. P. Sosa.   

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