El día que el pueblo de Israel estuvieron ante el Señor su Dios en el monte Horeb, el Señor dijo a Moisés: Reúne al pueblo para que escuchen mis palabras y aprendan a honrarme todos los días de su vida, y enseñen a sus hijos a hacer lo mismo. Ellos se acercaron al pie del monte, del cual salían llamas de fuego que subían a gran altura y formaban una nube espesa y negra; entonces el Señor les habló de en medio del fuego. Ellos oyeron sus palabras, pero, aparte de oír su voz, no vieron ninguna figura. Deuteronomio 4:10
¡Maravillosa experiencia! Para Israel, el pueblo de Dios en formación. Tuvo el privilegio de escuchar la voz audible de Dios. Es Dios mismo quien le entrega en forma audible y por escrito, las leyes, los estatutos y decretos que les ayudaría para ser diferente de todos los demás pueblos de la tierra. Todo lo bueno que necesitaban para tener una vida con propósito, estaba al alcance de cada uno de ellos, solo necesitaban amar a Dios y obedecerle.
Hoy, no es diferente, seguimos siendo privilegiados, Dios continúa hablando a todo aquel que quiera escuchar su voz para ser parte de su pueblo. Además tenemos la palabra escrita de Dios a nuestro alcance continuamente, ¿Quién no tiene una Biblia en su casa?
Pero, no todos quieren saber lo que Dios quiere decirles, el ego humano priva muchas veces de recibir un buen consejo y más si viene de Dios. El ser humano desde su creación misma se independizó de Dios y su condición de pecador le impide querer escucharlo.
Sin embargo Dios en su gran misericordia y su infinito amor, ha provisto el medio de acercarse a Él, JESUCRISTO su amado Hijo, y así escuchar su voz nuevamente. Está escrito: ¡Aquí viene el Cordero de Dios que quita el pecado de la gente del mundo! Por medio de él, Dios les perdonará a ustedes todos sus pecados. Juan 1:29
Con Jesús viviendo en el corazón, por medio de su Santo Espíritu, el ser humano puede escuchar la voz de Dios y así aprender a honrarle todos los días de su vida y también puede enseñar a sus hijos el temor reverente al Dios creador del cielo y de la tierra.
Recuerde no necesita ninguna figura que represente a Dios y tampoco un lugar en especial, solo necesita estar dispuesto a escuchar y obedecer para el bienestar suyo y de su familia, siendo diferente del común de la gente.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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