martes, 6 de junio de 2023

El hijo que malgastó la herencia que le dio el Padre.

Jesús también les dijo: Un hombre tenía dos hijos.  Un día, el hijo más joven le dijo a su padre: Papá, dame la parte de tu propiedad que me toca como herencia. Entonces el padre repartió la herencia entre sus dos hijos. A los pocos días, el hijo menor vendió lo que su padre le había dado y se fue lejos, a otro país. Allá se dedicó a darse gusto, haciendo lo malo y gastando todo el dinero. Lucas 15:11

Esta historia representa a la persona que cree en Cristo, pero que con el paso del tiempo su vida se vuelve rutinaria, no siente interés alguno en estar al lado de su Padre celestial sirviéndole, sino que quiere probar otras cosas que no pertenecen al reino de Dios,  es atraído por los placeres de este mundo y es seducido por el brillo de las riquezas.

Se olvida del consejo apostólico; No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre. 1 Juan 2:15

El mundo ofrece muchas cosas atractivas e interesantes, en formas de placeres y libertinaje, donde nadie reprocha nada, porque todos están en la misma situación. Se deleitan en el pecado sin tener ningún remordimiento. Pero cuando alguien que gustó la benignidad del Señor quiere tener el mismo comportamiento, se siente incómodo en ese ambiente y se da cuenta que no pertenece a ese lugar.

Pronto queda sin la herencia recibida del Padre, siente hambre espiritual y empieza a ver su triste realidad. Aunque busca en el mundo algo para satisfacer esa hambre, nadie le puede dar, tampoco puede conseguir por su propio medio, porque todo lo que hay, “es comida de cerdos” no apto para el consumo de un hijo de Dios.

Es ahí donde valora todo lo que tenía cuando estaba en comunión con el Padre, y dispone su corazón para iniciar el camino del regreso o arrepentimiento, el cual le lleva directo a retornar al lugar de donde nunca debería haberse ido, a esa comunión fluida y diaria con su Padre celestial. Es interesante ver que aunque el hijo decidió irse lejos del Padre, no dejó de ser hijo, solo perdió los beneficios de permanecer al lado del Padre, tampoco fue desechado ni olvidado por el Padre. El Padre sigue esperando con amor al hijo que se va lejos de su presencia, sabe que va a volver, porque sin duda ese hijo nunca encontrará en el mundo, lo que hay y está a su disposición en la buena comunión con su Padre celestial.

Cuando el hijo menor regresa no hay reproches ni castigo de parte del Padre. Solo hay gozo y alegría por su regreso, aunque el hermano mayor se moleste por este recibimiento que el buen Padre celestial hace para con su hijo menor.

Quizás usted sea ese hijo o hija que tomó su herencia y se fue lejos a malgastar esa vida plena y abundante que tenía estando en comunión con su Padre celestial. Ahora que se da cuenta de su verdadera situación, ¿Qué decisión va a tomar? ¿Seguir en el chiquero o volver al lado del buen Padre celestial? El Señor le otorgue sabiduría por medio de su Espíritu para que tome la decisión correcta, regresando al lado del Padre, aunque sus hermanos mayores se molesten.

Los Abraza en Cristo. P. Sosa.

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