Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.
Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. 1 Pedro 3:8-12
¡Que complicado es vivir en este mundo! ¡Qué difícil es ponerse de acuerdo! ¿Por qué será? Creo que la respuesta está, en que cada uno quiere decidir por sí mismo la vida y no aceptamos correcciones, todos creemos saber cómo se debe comportar el otro, pero cuesta saber y aceptar que yo tampoco sé, si mi actitud es la correcta.
¿Cómo saberlo? Mi conducta ¿Afecta para bien al prójimo? Mis palabras ¿Edifican la vida de mi prójimo? Mis acciones ¿Ayudan a cambiar situaciones para bien? Estas y otras preguntas debemos hacernos, con el propósito de evaluarnos y ver en qué debo cambiar yo. Porque cualquier transformación que me gustaría que ocurra, debe comenzar en mí.
Hay que cultivar la unanimidad de pensamiento en base a un objetivo, ojo, lea bien, no digo uniformidad de pensamiento, sino unanimidad de pensamiento. Si todos pensamos lo mismo, no sirve, en cambio la diversidad de pensamiento enriquece. La uniformidad de pensamiento no produce crecimiento, en cambio la unanimidad aporta, desafía, produce crecimiento personal y conduce a una mayor búsqueda de objetivos para el bien común.
Cuando encontramos un objetivo en común, ajustamos nuestros sentires hacia ese objetivo y buscando la mejor opción para lograrlo, adecuamos nuestro pensamiento para que vaya ensamblando la idea del bien que nos propusimos hacer.
Es necesario esforzarse en cultivar el amor, la compasión, la amistad, la misericordia, estas cualidades en la vida personal son muy útiles a la hora de relacionarnos con alguien, eso evita malos entendimientos y no permite la entrada a sentimientos de maldad.
Por eso la recomendación bíblica, sean todos de un mismo sentir, porque, esa unidad de sentimientos potencia la acción de ayuda comunitaria, y hace amar la vida y a las personas.
¿Estamos de acuerdo? Pero si tiene algo que quiera aportar ¡Bienvenido!
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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