lunes, 18 de noviembre de 2024

¡Qué hermosa esperanza de vida eterna con Dios, y en un lugar maravilloso!

Si hay algo que las personas anhelamos, es poder vivir en un país con una ciudad libre de religiones, libre de oscuridad, libre de violencia, libre de guerras, libre de enfermedad, libre de contaminación, libre de muerte, libre de maldad, libre de todo lo que hace daño a una persona.

¿Sabía usted que esa ciudad existe? Dicen las Sagradas Escrituras; En la santa ciudad no vi ningún templo, porque su templo es el Señor, el Dios todopoderoso, y también el Cordero.  La ciudad no necesita que el sol o la luna la iluminen, porque el brillo de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara. Gente de todos los países caminará a la luz que sale de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus riquezas. Los portones de la ciudad no se cerrarán de día, y allí nunca será de noche. Le entregarán las riquezas y todo lo bello de los países. Pero nunca entrará en ella nada que desagrade a Dios; no entrarán los que han adorado a dioses falsos, ni los objetos que hayan usado en su culto. Sólo podrán entrar los que tengan anotados sus nombres en el libro del Cordero. En ese libro están anotados los que recibirán la vida eterna. Apocalipsis 21:22-27

¡Qué hermosa es la vida! Más cuando se tiene la certeza que ésta vida no termina acá, sino que hay una eternidad para continuar viviendo y disfrutando con la presencia de Dios en familia, de una manera única y en una ciudad extraordinaria.

Esta noticia no se puede ignorar ni rechazar, porque el ingreso a esta ciudad es por gracia, sin tener que pagar nada, solo tomar la decisión de creer. Debemos saber sí que, Dios es quien ejerce el derecho de admisión con todos los que quieran entrar en su reino. No es la religión, no son las instituciones religiosas, solo Dios Padre creador del cielo y de la tierra, hacedor nuestro. Sólo podrán entrar los que tengan anotados sus nombres en el libro del Cordero. En ese libro están anotados los que pueden entrar y recibirán la vida eterna.

Usted, si, usted, ¿Ha nacido de nuevo en Cristo? ¿Ya tiene anotado su nombre en el Libro de la Vida? Si no está seguro, hable con Dios por medio de una sencilla oración diciendo, Señor, ten misericordia de mí, creo que Cristo cargó sobre su cuerpo en el madero, todos mis pecados, lavando mi vida con su preciosa sangre, lo acepto en mi vida, el resto lo hace Dios, y usted pasa a ser un ciudadano del reino de Dios con pleno derecho por gracia a vivir en ese reino eternamente y para siempre.

Los abraza en Cristo. P. Sosa 

 

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