martes, 7 de abril de 2020

¿Cuál es el significado actual?



Semana Santa, última parte.
¡Eso es lo más glorioso!, lo que hoy significa para nosotros los seres humanos, ese sacrificio del Hijo de Dios hecho hombre. Tú y yo tenemos esperanza cierta en cuanto a poder acercarnos a Dios. Pues por medio de ese sacrificio allá lejos y hace tiempo, tenemos la puerta abierta al trono de la gracia de Dios para nuestras vidas hoy.
La persona hoy, puede entrar confiadamente a la Presencia de Dios, mediante la sangre de Jesucristo, el Salvador propuesto por Dios, reconociendo que necesita ser perdonado de sus pecados, y puede hallar oportuno socorro para la vida.
Pues la Biblia en Miqueas 6:19 dice;  Él volverá a tener misericordia de nosotros, sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Entonces no es necesario vivir apartado de Dios, sin fe y sin esperanza en este mundo, sin saber que va a pasar conmigo cuando el creador me llame a Su Presencia.
Hoy, si reconocemos nuestros pecados, y nos arrepentimos, y pedimos a Dios que nos perdone por medio de Cristo, él lo hace porque nos ama.
¿Qué más se puede decir? ¿Seguiremos pecando para que Dios nos ame más todavía? ¡Por supuesto que no! Nosotros ya no tenemos nada que ver con el pecado, así que ya no podemos ni debemos seguir pecando.  
Nosotros bien sabemos que, por medio del bautismo en agua, nos hemos unido a Cristo en su muerte.  Al decidir ser bautizados, morimos y somos sepultados con él; pero morimos para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el Padre lo resucitó con gran poder.
Si al bautizarnos participamos en la muerte de Cristo, también participaremos de su nueva vida. Una cosa es clara: antes éramos pecadores, pero cuando Cristo murió en la cruz, nosotros morimos con él. Así que el pecado ya no nos gobierna.  Al morir, el pecado perdió su poder sobre nosotros.
Si por medio del bautismo morimos con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él. Sabemos que Jesucristo resucitó, y que nunca más volverá a morir, pues la muerte ya no tiene poder sobre él. Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. La vida que ahora vive, es para agradar a Dios.
De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre nosotros, sino que Cristo nos ha dado vida, y ahora vivimos para agradar a Dios. Así que no dejemos que el pecado nos gobierne, ni que nos obligue a obedecer los malos deseos de nuestro cuerpo. 
Nosotros ya hemos muerto al pecado, pero ahora hemos vuelto a vivir. Así que no dejemos que el pecado nos use para hacer lo malo. Más bien, entreguémonos a Dios, y hagamos lo que a él le agrada.  Así el pecado ya no tendrá poder sobre nosotros, porque ya no somos esclavos de la ley. Ahora estamos al servicio del amor de Dios.
Alguien podría decir que, como ya no somos esclavos de la ley, sino que estamos al servicio del amor de Dios, podemos seguir pecando. Pero eso no es posible.  
Nosotros sabemos que quien siempre obedece a una persona, llega a ser su esclavo. Nosotros podemos servir al pecado y morir, o bien obedecer a Dios y recibir su perdón.  Antes, nosotros éramos esclavos del pecado. Pero gracias a Dios que obedecimos de todo corazón la enseñanza que se nos dio.  Ahora nosotros nos hemos librado del pecado, y estamos al servicio de Dios para hacer el bien.
Como todavía cuesta entender esto, se lo explico con palabras sencillas y bien conocidas. Antes nosotros éramos esclavos del mal, y cometíamos pecados sexuales y toda clase de maldades. Pero ahora debemos dedicarnos completamente al servicio de Dios.
Cuando nosotros éramos esclavos del pecado, no teníamos que vivir como a Dios le agrada.  ¿Pero qué provecho sacamos? Tan sólo la vergüenza de vivir separados de Dios para siempre.  Sin embargo, nosotros ya no somos esclavos del pecado. Ahora somos servidores de Dios. Y esto sí que es bueno, pues el vivir sólo para Dios nos asegura que tendremos la vida eterna. Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor. Romanos 6
¡Gracias sean dadas a Dios, por su regalo precioso! ¡Vivamos la vida con alegría y gratitud!
Bendiciones. P. Sosa

No hay comentarios.:

Publicar un comentario