Es bueno recordar este consejo del
apóstol Pablo a su joven discípulo Timoteo, para que corrija algunas conductas
equivocadas que había en la iglesia de Éfeso que estaba bajo su responsabilidad,
para que el evangelio de Cristo no sea contaminado.
Te pido que les enseñes a amar de
verdad. Sólo los que tienen la conciencia tranquila, y confían sinceramente en
Dios, pueden amar así.
Algunos han dejado esa clase de amor y
pierden su tiempo en discusiones tontas. Pretenden ser maestros de la Ley,
y se sienten muy seguros de lo que dicen y enseñan, pero ni ellos mismos saben
de qué están hablando.
Todos sabemos que la ley es buena,
siempre y cuando se use correctamente. También sabemos que las leyes no se
dan para los que hacen lo bueno, sino para los que hacen lo malo. Son para los
rebeldes, los desobedientes, los pecadores y los que no respetan a Dios ni a la
religión. También son para los que matan a sus semejantes, y hasta a sus
propios padres y madres. Son para los que tienen relaciones sexuales
prohibidas y para los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres;
para los secuestradores y los mentirosos, y para los que juran decir la verdad
pero luego mienten. En fin, las leyes son para corregir a los que no están de acuerdo
con la correcta enseñanza del maravilloso mensaje del evangelio que
nuestro Dios bendito me ha encargado enseñar.
1 Timoteo 1:5-11
Evidentemente
en ese momento se había infiltrado en la iglesia cristiana naciente falsas
enseñanzas, que estaban confundiendo y dañando la vida y costumbre de las
personas que se congregaban en ese lugar con el propósito de aprender y conocer
más al Dios que les salvó.
Esas
falsas enseñanzas distorsionaban la palabra de Dios que había sido enseñada por
Cristo cuando anunció el evangelio del reino de Dios. Es por eso que el apóstol
Pablo le da este encargo a Timoteo con el propósito de recuperar la sana
enseñanza bíblica, que es la única que trae verdadera paz y confianza al
corazón atribulado.
En
este tiempo también dentro de la iglesia cristiana, en algunas congregaciones
hay falsas enseñanzas que nada tienen que ver con el mensaje del evangelio de
Cristo. En algunos líderes espirituales y miembros de congregaciones, el amor
fraternal, el perdón, el arrepentimiento, la pureza sexual, la responsabilidad,
la santidad, y la gratitud al Dios que los salvó son temas que no se viven ni
se enseñan, solo alguna mención de vez en cuando pero sin convicción de que eso
es lo que realmente agrada al Señor. Se prioriza cobrar los diezmos y las ofrendas
antes que reclamar una vida de santidad en el creyente. Las divisiones
denominacional, las enemistades entre hermanos en la fe, las habladurías y
falsos conceptos vertidos entre los pastores, son monedas corriente que afecta
las relaciones y atenta contra la unidad del pueblo de Dios. Eso no es el
mensaje ni el propósito del evangelio de Cristo.
Es tiempo
de volverse a Dios si se quiere que Dios intervenga en nuestra vida y en la sociedad
de la cual formamos parte.
El
mundo está desorientado, la sociedad está confundida con todo esto que está
sucediendo. Las personas sin Cristo, están sin Dios y sin esperanza en este
mundo. ¡Cristo viene pronto! Su iglesia tiene el mensaje vivificador y la solución
para el problema humano, Jesucristo y su obra redentora.
Pero
recordemos que, Jesús en su segunda venida ya no viene como el Salvador, sino
como el Juez justo que viene a juzgar con justicia la conducta de los hombres. Por
eso este es el tiempo de la gracia de Dios y hay que aprovechar para estar a
cuenta con Él, proclamar el mensaje y esperar con gozo el regreso de Cristo.
No es que Dios sea lento para cumplir la
promesa de su venida, como algunos piensan. Lo que pasa es que Dios tiene
paciencia con nosotros, porque él no quiere que nadie se pierda, sino que todos
volvamos a obedecerle.
Todo lo que vemos será destruido, hay
que obedecer sólo a Dios, hacer el bien, y esperar
el día en que Dios juzgará a todo el mundo. Por eso, queridos amigos y hermanos,
mientras esperamos que esto suceda, hagamos todo lo posible por estar en paz
con Dios, para que él nos encuentre sin pecado. Recuerden que nuestro
Señor Jesucristo nos trata con paciencia, para que podamos ser salvos.
Queridos amigos y hermanos, con esto somos
advertidos. Así que cuídense mucho, no sea que los engañe la gente malvada y
ustedes dejen de creer firmemente en Dios. Mejor dejen que el amor y el
conocimiento, que nos da nuestro Señor y Salvador Jesucristo, los ayude a ser
cada vez mejores cristianos. 2 Pedro 3
La
iglesia tiene el mandato de entregar el mensaje del poder del evangelio que
cambia la vida de las personas afectadas por el pecado, pero, la iglesia debe prepararse
espiritualmente para esta tarea reconociendo el señorío de Cristo sobre ella,
purificándose por medio del arrepentimiento y confesión del pecado de algunos
de sus miembros y dirigentes, para que el Señor traiga un despertar
manifestándose con poder y autoridad por medio de la iglesia que es su cuerpo.
Durante
mucho tiempo Dios perdonó a los que hacían todo lo que ofende a Dios, porque no
sabían lo que hacían; pero ahora Dios ordena que todos los que habitan este
mundo se arrepientan, y que lo obedezcan sólo a él. Porque Dios ha decidido ya el día en
que juzgará a todo el mundo, y será justo con todos. Hechos 17:30
¡Qué
hermosa esperanza para todos aquellos que hemos creído a Jesús! Porque aunque
por ahora tengamos dificultades y problemas por vivir de acuerdo a las
enseñanzas de Jesús, no nos desespera ni nos derrota la ansiedad, porque
esperamos confiado en Cristo, ¡Él es nuestra gloria! Porque cuando Dios dé la orden por medio del jefe
de los ángeles, y oigamos que la trompeta anuncia que el Señor Jesús baja del
cielo, los primeros en resucitar serán los que antes de morir confiaron en él. Después Dios nos llevará a nosotros, los que estemos vivos
en ese momento, y nos reunirá en las nubes con los demás. Allí, todos juntos
nos encontraremos con el Señor Jesús, y nos quedaremos con él para siempre. Así que,
anímense los unos a los otros con estas palabras.
1 Tesalonicenses 4
Como dice el apóstol Pablo; Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y
de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Que el
Señor que da la paz, les dé paz en todo lugar y en todo tiempo, y los acompañe
siempre. Bendiciones. P. Sosa
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