Jesús dijo: El que trate de salvar su vida, la perderá, pero el que
pierda su vida por causa mía, la salvará. Mateo 10:39
El Señor Jesús siempre nos lleva a
reflexionar sobre temas importantes y necesarios que hacen a una vida
espiritual práctica.
Pensemos en esta frase que más parece
contradictoria, que práctica.
A usted le debe pasar lo mismo, se estará
preguntando, ¿Cómo es esto que si trato de salvarla, la pierdo, y si la pierdo
la salvo? ¿Qué quiso decir nuestro Señor?
Cuando se trata de la vida, todos creemos
saber cómo vivir y qué hacer con ella, sin embargo no siempre nos va bien. ¿Por
qué?
Sencillamente porque hay cosas que gustan,
pero que terminan dañando la salud física, la moralidad, el afecto, los
sentimientos y la parte espiritual de cada persona. Es por eso que el apóstol
Pablo escribió; todo me es lícito, pero no todo me conviene. Todo me es lícito,
pero no todo me edifica.
Necesitamos aprender a diferenciar entre
lo que me gusta y lo que me conviene, porque en la mayoría de las veces lo que
me gusta resulta nocivo para mi vida.
Por ejemplo muchas veces hay excesos en el
consumo de alcohol, en las comidas, en la diversión, en el trabajo, en el ocio,
en el deporte, etc. ¿Por qué? Porque nos
gusta esas cosas.
Que no está mal pero en su justa medida, es
por eso que Jesús quiere enseñarnos a ser equilibrados en todo esto. Por sobre
todo darle importancia a lo que realmente importa, que no siempre es lo
material. Hay veces que un hijo necesita que se le preste mayor atención antes
que un juguete o una ropa nueva. Los esposos necesitan dialogar más antes que
culparse unos a otros por los problemas familiares. Cada persona necesita más
que bienestar material, necesita bienestar espiritual.
Es aquí donde toma mayor fuerza la frase
de Jesús, hay que “perder la vida” poniéndola en las manos del Señor, para
ganar vida plena viviendo de acuerdo al diseño divino que Dios estableció para
el ser humano. Donde voluntariamente la persona renuncia a sus propios deseos
egoístas, para hacer lo que Dios desea que se haga, que siempre será mejor.
Ahora bien es fácil decir todo esto, lo
difícil es vivir esto en nuestras propias fuerzas.
Pero si se le entrega la vida a Cristo, su
Santo Espíritu viene a vivir en la persona para darle fuerza y sabiduría para
vivir de esa manera. Dando la verdadera perspectiva de lo que es vivir bien aún
en medio de las dificultades que surjan.
“Perdiendo” la vida por amor a Jesús, es
la mayor “ganancia” que podemos disfrutar.