Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre
la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le
pide en secreto.
Cuando ustedes oren, no usen muchas palabras, como hacen los que no
conocen verdaderamente a Dios. Ellos creen que, porque hablan mucho, Dios les
va a hacer más caso. No los imiten, porque Dios, nuestro Padre, sabe lo
que ustedes necesitan, aun antes de que se lo pidan.
Ustedes deben orar así:
Padre nuestro que estás en el cielo:
Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios.
Ven y sé nuestro único rey. Que todos los que viven en la tierra te obedezcan, como te obedecen
los que están en el cielo.
Danos la comida que necesitamos hoy.
Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal.
Y cuando vengan las pruebas, no permitas que ellas nos aparten de ti, y líbranos del poder del diablo.
Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios.
Ven y sé nuestro único rey. Que todos los que viven en la tierra te obedezcan, como te obedecen
los que están en el cielo.
Danos la comida que necesitamos hoy.
Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal.
Y cuando vengan las pruebas, no permitas que ellas nos aparten de ti, y líbranos del poder del diablo.
Si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, Dios, su Padre que
está en el cielo, los perdonará a ustedes. Pero si
ustedes no perdonan a los demás, tampoco su Padre los perdonará a ustedes.
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