La fe en Cristo del creyente, vence al sistema maligno de este mundo.
Todo el que tiene fe en que Jesús es el Mesías, es hijo de Dios; y el que ama a un padre, ama también a los hijos de ese padre. Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él manda, sabemos que amamos también a los hijos de Dios. El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga, porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. El que cree que Jesús es el Hijo de Dios, vence al mundo. 1 Juan 5:1-5
El sistema de este mundo, continuamente quiere arrastrar a la persona, a una vida de violencia, enemistades y engaños, también de egoísmo, de envidia, de celos, de corrupción, de quejas, de malestar, de desaliento, de ira, en fin de todo aquello que no permite disfrutar la vida con gozo y alegría, y muchas veces también el cristiano, cae en esa corriente sin darse cuenta y vive con amargura y tristeza.
Los creyentes en Cristo Jesús estamos desafiados a vivir en el mundo, pero sin ser parte de este mundo. ¿Por qué no debemos ser parte del mundo? ¿En que afectaría nuestra vida? Quizás se pregunte usted. Jesús dijo que, el mundo entero yace bajo el poder del maligno, o sea que toda persona sin Cristo, está bajo la influencia del sistema de este mundo, y ese sistema está infestado por el pecado, a través de la corrupción y la maldad. Por lo tanto si el cristiano quiere ser parte de este mundo, tiene que adoptar el sistema del mundo y eso va en contra de su fe, y en contra de lo que a Dios agrada, y en nada lo beneficia.
Toda persona que sigue a Cristo tiene la ayuda del Espíritu Santo en su vida, para amar a Dios, amar a los hermanos en la fe, y también poder amar a esa persona que le hace la vida imposible, sabiendo que esa persona se comporta equivocadamente, por la sencilla razón de no conocer a Dios y no tener a Cristo en su vida. Pero el creyente con una actitud comprensiva de amor, de misericordia, puede ser el instrumento que Dios utilice para salvar esa vida, sacándola de la influencia de los espíritus malignos que los atormentan. También el creyente en Cristo puede y debe contentarse con las cosas que Dios diariamente les provee, como ser la vida, la salud, la paz interior, el dominio propio, la sabiduría y la inteligencia, para saber cómo moverse dentro de este sistema sin ser afectado por el mismo. Tiene el poder para decidir obedecer las enseñanzas de Cristo para vivir una vida victoriosa, o dejarse arrastrar por el sistema contaminado del mundo y vivir en derrota.
Recuerden que Jesús dijo; Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. Juan 16:33
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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