miércoles, 25 de septiembre de 2024

Por favor no confundir.

No amar al mundo, no significa que debamos despreciarnos unos a otros.

No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre. 1 Juan 2:15-17

Cuando la palabra de Dios habla de no amar al mundo, se refiere a las cosas que el mundo propone, al sistema político, religioso y económico que impera en este mundo, eso nunca incluye a las personas. Cada persona en este mundo necesita del amor de Dios, por eso el mandato de Jesús de amarnos unos a otros, como él nos ama no pierde vigencia, y no se debe hacer diferencia entre incrédulos y creyentes, todos necesitamos ser amados.

Cuando en el seno de la ONU hablan de la Agenda 2030 y ahora el Pacto del Futuro, no es otra cosa que a nivel mundial se quiere favorecer a unos pocos y esclavizar ideológicamente a millones de personas, con leyes diabólicas que alientan el aborto para disminuir la población mundial, y un libertinaje en la moralidad de las personas, donde todo es permitido. Un pequeño grupo de personas quieren decidir cómo debemos vivir, qué debemos hacer, qué debemos creer, y a quienes debemos aceptar. Estas son las cosas que no se deben aceptar, ni amar. Los gobiernos ya no podrán tomar sus propias decisiones, sino que tendrán que seguir los lineamientos del pacto del futuro, aun en contra de las necesidades del pueblo que los votó.

Por las Sagradas Escrituras sabemos que el mundo entero está bajo el control del maligno, eso hace que todo lo que el sistema que el mundo propone como bueno, especialmente dirigido a los niños, adolescentes y jóvenes no siempre lo es, aunque lo parezca. Por lo tanto hay que tener cuidado, porque es un sistema donde las cosas materiales tienen mayor valor que las personas. Jesús dijo; que el maligno, el diablo, vino para hurtar, matar y destruir, es tarea del adversario proponer al ser humano cosas que son destructivas para la vida de la persona, los envases de presentación pueden ser muy atractivos, pero el contenido es veneno para la mente y nocivas para el alma humana. Estas propuestas destructivas se presentan como derechos humanos, haciendo creer que cada uno tiene derecho de hacer lo que bien le parezca sin importar a quienes están perjudicando, riquezas fáciles, diversiones y placeres sin límites que terminan dañando y esclavizando a las personas, no permiten ser libres en las decisiones, trayendo enemistades innecesarias y provocando confusión, dolor, muerte y destrucción.

Sin embargo lo que Jesús ofrece, es vida y vida en abundancia. Solamente viviendo en Cristo, se puede apreciar el verdadero valor de la vida, se descubre que esta vida física no es todo, sino que hay una eternidad para disfrutar en plenitud la vida que Dios nos da. La vida en la tierra es la preparatoria, es donde aprendemos a poner en orden los principios y valores que nos acompañarán en la eternidad, a practicar una moralidad sana basada en los principios bíblicos, lo cual nos habilita para la vida en el reino de Dios. Por eso es necesario, prestar atención donde gastamos mayor energía, donde ponemos mayor esfuerzo, ¿será en lo material o será en las cosas espirituales? No hablo de ser religioso, sino de ocuparse de alimentar el espíritu, porque todo lo que sea material, termina en la tumba, sin embargo lo espiritual continúa en la eternidad con nosotros y junto a Dios.

Por último, el consejo bíblico es, amar a Dios por sobre toda las cosas, amar al prójimo como a uno mismo, pero, al prójimo, no sus conductas perversas y equivocadas, y disfrutar de las cosas que Dios permite que tengamos, utilizando para hacer el bien y disfrutar de una vida en libertad.

Los abraza en Cristo. P. Sosa.

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