miércoles, 11 de septiembre de 2024

La vida del cristiano afecta el medio ambiente para bien.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Romano 8:18-27

¡La vida en Cristo es maravillosa! Pero no es una vida fácil, es una vida desafiante. Usted se preguntará, ¿Por qué el anhelo ardiente de toda la creación, es aguardar la manifestación de los hijos de Dios? Porque la manifestación de los hijos de Dios, incluye nuestra redención, con el arrebatamiento de la iglesia, y así Dios puede juzgar la maldad de los moradores de la tierra, a través de la gran tribulación que sufrirá la humanidad que no aceptó la obra de  Cristo en sus vidas. La creación toda recibirá redención al final de los tiempos, es la promesa de Dios. La biblia dice; Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido. Y oí una fuerte voz que venía del trono, y que decía: Aquí está el lugar donde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. Y también dijo: Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. Apocalipsis 21

Los abraza en Cristo. P. Sosa.  

 

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