¡Hay peligro de extinción! ¡Protejámosla!
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Efesios 3:14-19
En este tiempo que vivimos se ha perdido el concepto de la familia original. Han surgido nuevos modelos de familias que nada tienen que ver con el modelo que Dios como el creador de la misma estableció. Con la aceptación del matrimonio igualitario y otros modelos de familia, se ha ido socavando el fundamento de la familia original.
Se ha quitado la figura del hombre como cabeza del hogar y a la mujer como su ayuda idónea. El varón dejó de ser el responsable y protector de la familia, y la mujer asumió otros roles que no debería ser necesario, si se mantuviese el orden natural que fue desde el principio.
Eso produce un terrible daño y confusión en la mente de los menores, porque cambia el orden, principio y línea de autoridad en la formación y educación de los niños, cuya consecuencia es la falta de respeto que últimamente va creciendo en las familias y fuera de ellas.
Sería bueno reconocer que el modelo de familia que Dios estableció, es insuperable, contiene todos los ingredientes necesarios para que haya felicidad en el matrimonio, los hijos y la familia, siendo perdurable, sano y con una buena contención emocional, afectiva y espiritual.
Siempre hubo y habrá conductas personales que atentan contra la familia, como así también leyes perversas que socavan la autoridad moral de la familia, tratando de destruirla y cuando se destruye la familia como tal, se destruye la sociedad en la cual se vive, porque la familia es la base de la sociedad.
Como parte de una sociedad que nos consideramos cristiana, es imperante retornar a la sana enseñanza de las Sagradas Escrituras, en ellas tenemos todo lo necesario para el buen funcionamiento de la vida en familia. Son principios de vida y conductas que provienen directamente del Creador y sustentador de la familia Dios el Padre celestial, y no tienen necesidad de ser cambiadas o mejoradas porque son inmejorables.
Quiera Dios darnos sabiduría con respecto a este tema para no continuar arruinando el buen concepto de la vida familiar.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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