Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro.
Pero todo el que peca, hace maldad; porque el pecado es la maldad. Ustedes ya saben que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados, y que él no tiene pecado alguno. Así pues, todo el que permanece unido a él, no sigue pecando; pero todo el que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido. Hijitos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él es justo; pero el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Precisamente para esto ha venido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el diablo. Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene en sí mismo el germen de la vida de Dios; y no puede seguir pecando porque es hijo de Dios. Se sabe quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo, porque cualquiera que no hace el bien o no ama a su hermano, no es de Dios. Éste es el mensaje que han oído ustedes desde el principio: que nos amemos unos a otros. 1Juan 3:1-11
La persona que ha nacido de nuevo en Cristo, es una persona santa apartada para Dios. Ya no se dedica a cometer pecado, eso no significa que nunca más va a pecar, sino que ahora depende de la guía del Espíritu y vive para hacer la voluntad de Dios.
Ahora bien, ¿Qué es hacer la voluntad de Dios? Es la pregunta que muchas personas se hacen. Generalmente la respuesta que les dan, está asociada con el templo, los rituales y el hacer cosas para Dios, lo cual la mayoría de las veces les complica la vida a los creyentes sinceros, porque tienen sus compromisos familiares, laborales y sociales los cuales le requieren mucho tiempo, y por distintas razones eso hace que no puedan cumplir con las actividades que se le asignan o demandan. Se presenta una disyuntiva, obedecen al pastor o líder con sus demandas para el templo, o se ocupan de sus responsabilidades familiares, laborales y con sus compromisos sociales que también le son necesarios. El no cumplir con lo que el líder les dijo, produce angustias, tristezas y desánimos porque sienten que le están fallando a Dios. ¿Será así?
Sin embargo la biblia dice; Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo.
1 Tesalonicenses 4
¡Esto es glorioso! Hacer la voluntad de Dios no es complicado, no tiene que ver con actividades del templo. Sencillamente es tener una vida honesta, respetuosa, con responsabilidad siendo compasivo y misericordioso con el prójimo.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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