Dichosos los
que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo, sino
que siguen los caminos de Dios. Salmo
119:1-3
Hay una frase bastante conocida que muchas personas la repiten, porque creen que es así, que es verdad. La misma dice; hay que portarse mal y hacer todo al revés, para que nos vaya bien. Esto contradice claramente con lo que enseñan las Sagradas Escrituras, en ella leemos que las personas que se esfuerzan en hacer bien las cosas, son consideradas dichosas, felices, bienaventuradas.
Es cierto que cuesta, que no es fácil hacer lo correcto porque nos rodea la injusticia, la envidia, los malos consejos, etc. Pero no hay que desanimarse, hay que esforzarse y tener en cuenta que siempre, siempre se cosecha lo que se siembra, por lo tanto, haciendo el mal o sembrando maldad nunca se cosechará el bien, es algo incoherente, querer cosechar naranjas, si se siembra limón.
Esto es lo real;
Dichosos
los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo, sino
que siguen los caminos de Dios.
Las personas continuamente buscan ser felices, y es en Dios y en su palabra donde se encuentra la receta para que eso sea posible, pero tristemente es donde menos se busca, porque se tiene un concepto equivocado, se confunde la vida cristiana con vida religiosa y no es lo mismo.
La religión esclaviza con sus rituales y no logra que sean mejores personas, sino que compitan entre sí, en cambio, la vida cristiana hace libre a las personas de todo ritualismo y prácticas que no ayudan para nada, y le da las herramientas necesarias para una vida de plenitud, fundamentada en el amor al prójimo, la ayuda mutua, el respeto a los demás, la responsabilidad compartida y la obediencia a Dios, lo que hace que cada día la persona se supere a sí misma, sin competir con los demás. Es libre para hacer lo que debe hacer, sin estar condicionado, viviendo bien en su propio beneficio y el de su prójimo.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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