jueves, 28 de abril de 2022

¡Mejorando la calidad de vida!

 

Dijo el Señor Jesús;  ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!

Arrepentirse ¿Qué es?

Desde el comienzo mismo de la humanidad, Dios llama al arrepentimiento al ser humano. Es la proclama central del mensaje de Juan el Bautista, lo predicó Jesús, también lo hicieron los apóstoles.

Es el corazón del Evangelio de Jesucristo.

Me pregunto; ¿Por qué ahora en este tiempo, ya no se habla de arrepentirse, para creer en el evangelio? ¿Por qué se eliminó de las prédicas y de los llamados al altar?

Sin embargo, Dios no ha desechado esa palabra ni el llamado. Es más, ahora manda que se arrepientan.

El apóstol Pablo, estando en Atenas al ver tanta idolatría, como pasa hoy en nuestra sociedad, declara lo siguiente;

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan. Hechos 17:30

¿De qué ignorancia está hablando el apóstol Pablo?

De la ignorancia de no saber o no querer reconocer, que a Dios no se le puede representar con ningún objeto hecho por el ser humano, eso la biblia llama idolatría, y a Dios le desagrada. Como también le desagrada una vida amoral, una conducta corrupta, una actitud incrédula, palabras soeces y acciones violentas.

Eso también está instalado en nuestra sociedad, por lo tanto requiere de arrepentimiento para salir de esa situación destructiva, que afecta a la persona y las relaciones humanas.

Todo lo malo que se hace o lo bueno que no se hace delante de Dios es pecado, y de ese pecado, hay que arrepentirse. Dios es tres veces Santo. Y sin santidad, nadie verá al Señor.

 La Biblia es clara en esto; sin arrepentimiento no hay perdón de pecados.

 Si hay algo que no figura en el pensamiento del ser humano actualmente, es arrepentirse de las cosas malas que hace. Todo tiene su justificación, ¡eso es lo triste!

No reconoce nada, y reconocer es el primer paso para el arrepentimiento.

Arrepentirse, viene del griego, Metanoia, y cuyo significado es; Cambio de actitud, cambio de modo de pensar, cambio de plan de vida.

De ahí la importancia de arrepentirse para que haya un cambio, en la vida personal y colectiva, de otra manera es imposible.

¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que surgió de parte de los oyentes de la predicación de Pedro. Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. Hechos 2:37-39

También hoy, continúa la misma respuesta para cada persona que entiende que necesita del perdón de Dios, para comenzar una nueva vida. Una vida con propósito, donde a pesar de los inconvenientes que surjan, puede continuar hasta lograr aquello que se propuso, sin perder el gozo y la paz interior.  ¡Una vida con frutos dignos de arrepentimiento!

Los abraza en Cristo. P. Sosa. 

martes, 26 de abril de 2022

¡Muy necesario!

 

Es recordar siempre esto que dicen Las Sagradas Escrituras.

Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor.  En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo.  Pero, si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros. Gálatas 5:13-15

Las personas ¿sabemos vivir en libertad? Entendemos la diferencia entre ¿libertad y libertinaje? Porque uno de los dos es destructivo, y no es precisamente la libertad.

Muchas veces se mal interpreta el hecho de ser libre al tomar ciertas decisiones, pensamos que el ser una persona libre, podemos hacer lo que se nos antoja sin importar las consecuencias, y es ahí donde precisamente nos equivocamos, porque somos libres para hacer lo que debemos, no lo que queremos.

Porque el principio de libertad se fundamenta en el amor al prójimo, por lo tanto siempre que voy a decir algo de alguien, o tomar alguna decisión importante, debo pensar en ¿Cómo afecta esto a los demás? Porque somos seres que vivimos en medio de una sociedad a la que, nos guste o no, afectamos para bien o para mal con nuestras palabras, con nuestras actitudes y con nuestros comportamientos. Esto ocurre dentro de la familia, el vecindario, el trabajo, el club, el deporte o recreación. Entonces es muy importante que se pueda entender lo que es ser libres, y como vivir esa libertad.

Las Sagradas Escrituras nos enseñan que Cristo nos hizo libres, ¿libres de qué? Tal vez usted se pregunte.

A todos los que creen en Cristo y le creen a él, les ha hecho libre de los problemas y traumas del pasado, para que puedan vivir un presente de libertad. Sin amarguras, sin resentimientos, sin odios, sin deseos de venganzas, sin egoísmo, sin avaricia, y también muy importante, libres de maldiciones generacionales, que producen enfermedades sicosomáticas, deformaciones físicas y muertes prematuras.

¡Qué hermosa es la libertad, conque Cristo nos hizo libres! Pero hay que dejar que el Espíritu de Dios nos enseñe a vivir dentro de esa libertad, esa libertad que edifica, que consuela, que corrige en amor, que construye puentes, que derriba muros y vallados para que haya una perfecta comunión entre hermanos y pastores de todas las denominaciones.

Siguiendo este recomendación bíblica sin duda que la iglesia de Cristo será fortalecida, y continuará creciendo en extender el reino de los cielos.

Los abraza en Cristo. P. Sosa

sábado, 23 de abril de 2022

¿Quién soy yo Señor?

 

 

¿Para que me ames como tú me amaste?

Sin pedirme nada, porque nada tengo,

Sin que yo te busque, me buscaste tú,

Porque tú sabias que perdido estaba,

Sin saber el rumbo de mi transitar.

 

¿Quién soy yo Señor?

Si estando en tinieblas y lejos de ti,

Con misericordia y gran compasión,

¡Vida me ofreciste! ¡Vida tú me diste!

Libraste mi alma, me diste perdón,

Y de muerte a vida, me hiciste pasar.

 

¿Quién soy yo Señor?

¿Para qué me adoptes como un hijo tuyo?

Si yo era un nadie, alguien sin valor,

No tenía un propósito, no sabía quién era,

 No tenía esperanza ni en quién confiar,

Y en mares de lágrimas sabía nadar.

 

¿Gracias mi Señor?

¡Ahora sé quién soy! Tengo identidad,

Soy un ciudadano del reino de Dios,

Porque en tu Gracia, tu Justicia entiendo,

¡Cristo ha pagado por mi redención!

No estoy condenado, ¡tengo salvación!

PS. 2022

martes, 19 de abril de 2022

Batallando en fe.

 

Ante tanta incertidumbre social, laboral, política y económica, esto dice la Biblia.

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna. 1Timoteo 6:12

La fe es un don precioso que tenemos todos los seres humanos, el problema es que muchas veces se deposita en lugar equivocado, donde no reditúa ningún beneficio personal.

Sin embargo la fe nos fue dada para nuestro bien, es para agradar a Dios nuestro creador y acercarnos a él. Pero también es para encontrar la salida a las distintas situaciones que a diario nos toca vivir, como ser situaciones familiares, conflictos laborales, problemas económicos o de salud.

Las personas continuamente manifiestan tener fe, ser muy religiosas, pero sus vidas permanecen vacías de contenido espiritual que muchas veces terminan en un pozo depresivo, sin saber dónde ir o a quién acudir  ni en quien creer para salir de esas situaciones.

Se olvidan que es ahí, donde hay que pelear la buena batalla de la fe para mejorar la calidad de vida terrenal y alcanzar la vida eterna.

Pero ¿cómo, dirá usted? Poniendo la fe en el lugar correcto, o sea en Cristo, quien es el autor y consumador de la fe, para el que cree todo le es posible.

Pelear la buena batalla, significa dejar de confiar en aquella persona, religión u objeto que no ha podido satisfacer las necesidades espirituales o física cuando más lo necesitó, aun cuando por mucho tiempo confió en ello siguiendo la tradición familiar, y depositar su fe, en la única persona que dijo; No te he dicho que si crees, veras la gloria de Dios.

Y la gloria de Dios se ve cada día en la vida de las personas que han puesto su confianza en Cristo.

Dios se glorifica cuidando, consolando, proveyendo, sanando y satisfaciendo todas las necesidades humanas de los que confían en Él en medio de un contexto de corrupción, engaño, mentira, injusticia y pobreza que abruma el alma humana.

Si usted todavía no deposito su fe en Jesús, puede hacerlo ahora. No es necesario continuar en esa situación de angustia y soledad, hay esperanza cierta de mejora, no de parte del ser humano ni de la política, ni de los gobernantes, tampoco de la religión, sino de Dios que ama profundamente al ser humano sin distinción de raza, posición social o situación personal. ¡¡¡Comience a pelear usted también la buena batalla de la fe!!!

Por fe dígale a Jesús que lo necesita, que perdone sus pecados, que entre a su vida que hay lugar para él en su corazón. Eche mano de la vida eterna.

Los abraza en Cristo P. Sosa

sábado, 16 de abril de 2022

Caminando en libertad.

 

 

Dichosos los que van por caminos  perfectos,     los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos     y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo,
  sino que siguen los caminos de Dios. Salmo 119:1-3

Hay una frase bastante conocida que muchas personas la repiten, porque creen que es así, que es verdad. La misma dice; hay que portarse mal y hacer todo al revés, para que nos vaya bien. Esto contradice claramente con lo que enseñan las Sagradas Escrituras, en ella leemos que las personas que se esfuerzan en hacer bien las cosas, son consideradas dichosas, felices, bienaventuradas. 

Es cierto que cuesta, que no es fácil hacer lo correcto porque nos rodea la injusticia, la envidia, los malos consejos, etc. Pero no hay que desanimarse, hay que esforzarse y tener en cuenta que siempre, siempre se cosecha lo que se siembra, por lo tanto, haciendo el mal o sembrando maldad nunca se cosechará el bien, es algo incoherente, querer cosechar naranjas, si se siembra limón.

Esto es lo real; Dichosos los que van por caminos perfectos,     los que andan conforme a la ley del Señor.  Dichosos los que guardan sus estatutos     y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo,
  sino que siguen los caminos de Dios.

Las personas continuamente buscan ser felices, y es en Dios y en su palabra donde se encuentra la receta para que eso sea posible, pero tristemente es donde menos se busca, porque se tiene un concepto equivocado, se confunde la vida cristiana con vida religiosa y no es lo mismo.

La religión esclaviza con sus rituales y no logra que sean mejores personas, sino que compitan entre sí, en cambio, la vida cristiana hace libre a las personas de todo ritualismo y prácticas que no ayudan para nada, y le da las herramientas necesarias para una vida de plenitud, fundamentada en el amor al prójimo, la ayuda mutua, el respeto a los demás, la responsabilidad compartida y la obediencia a Dios, lo que hace que cada día la persona se supere a sí misma, sin competir con los demás. Es libre para hacer lo que debe hacer, sin estar condicionado, viviendo bien en su propio beneficio y el de su prójimo.

Los abraza en Cristo. P. Sosa