Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino
que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son
angostos y difíciles, y pocos los encuentran. Mateo 7:13
¡Qué importante es la puerta! Por ella se puede entrar o
salir. Hay distintos tipo de puertas. Hay puertas blindadas que impiden el
ingreso a extraños que no están autorizados a entrar, hay puertas que se abren
para darnos franca entrada, y hay puertas que se cierran en momento de mucha necesidad.
Aquí Jesús está hablando de dos tipos de puerta específica,
una ancha y una angosta y ambas con un camino a transitar. Las dos están
abiertas y son de acceso libre, pero es diferente lo que pasa en el camino y con
el final en cada una, ambas conducen a una vida sin fin.
La puerta ancha es muy atractiva y seductora, la persona que
entra por ella no tiene que preocuparse de nada, solo hacer lo que bien le
parezca. Lo lamentable es que a medida que va transitando, comienza a sentir
insatisfacción, no es lo que deseaba encontrar, y lo que más le produce temor
es el final que puede tener y no sabe a quién acudir para buscar ayuda.
La puerta angosta en cambio no seduce a nadie ni lo atrae, no
es fácil de entrar porque requiere humillarse. Sin embargo aquel que entra por
ella, descubre un mundo diferente al conocido, cuando más camina por ese
angosto camino, le invade una paz indescriptible, un gozo inefable, todo es más
claro, la luz brilla con mayor intensidad y avizora un final con esperanza
renovada a cada paso que da, aunque sea con dificultad. Sabe que no está sola,
que alguien le acompaña hasta el final.
Ahora bien, ninguna persona está obligada a entrar por
ninguna de las dos puertas. Entrar es una elección y una decisión personal.
Usted, ¿Qué puerta le atrae más? ¿Cuál elige?
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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