Dice Jesús el Salvador; Yo estoy a tu puerta, y llamo; si
oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo. Apocalipsis 3:20
¡Qué lindo es recibir visitas! Más cuando la persona que
llega es importante. Nos hace sentir tan bien el hecho de que nos considere
dignos de ser visitados por ella. Pero, no todos tenemos ese privilegio de
recibir personas importantes en nuestra casa. Normalmente somos nosotros lo que
invitamos a la persona a nuestra casa, pero nos cuesta mucho invitar a alguien
que consideramos importante, como ser una autoridad, un profesional de
renombre, o un jefe de estado. Nos parece impropio invitarlo a cenar en nuestra
modesta vivienda. Sin embargo, Jesús, el Rey de Reyes y Señor de los señores,
se presenta a la puerta, en la noche de cada persona en este mundo y quiere
tener un trato personal con cada uno, sin apuro, y él mismo propone que lo deje
entrar y propone que cenamos juntos. ¡Maravillosa propuesta!
La actitud del Señor Jesús al acercarse a cada persona,
manifiesta que viene en paz, y a traer paz a la persona. Por eso habla de una
cena, sentarse a comer, y allí en la mesa dialogar. Jesús dice; No sólo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra
que salga de la boca de Dios.
La sobremesa puede extenderse hasta altas horas de la noche,
sin apuro, a solas. Donde la persona puede abrir su corazón ante el Señor y
expresarle sin reserva todo lo que hay dentro del mismo. Sin duda que al
amanecer de un nuevo día, será una persona nueva, renovada, feliz de haber
pasado la noche con Jesús, y comenzará a ver brillar sobre ella, el Sol de
Justicia. ¿Se anima a dejar entrar a Jesús y cenar con él?
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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