El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
2 Pedro 3:9-14
Sabemos que el Señor viene por los suyos, o sea por su iglesia, no por una congregación, sino por la iglesia comprada a precio de sangre. El Esposo viene por su esposa que le está esperando, la cual es sin mancha ni arruga, vestida de lino fino.
Todas las señales están siendo cumplidas, es cuestión de prestar atención a lo que la palabra de Dios dice, y de esa manera estar preparado para ese glorioso momento de nuestro encuentro con el Señor en el aire. Esto amerita una pregunta, ¿estamos preparados para ese momento? Sabemos por la palabra de Dios, que este mundo va camino a su propia destrucción, pero nosotros los que creemos en Cristo tenemos esperanza cierta de cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales moran la justicia.
El arrebatamiento de la iglesia en cualquier momento va a ocurrir, es por eso que debemos proponernos vivir de acuerdo a las demandas del reino de Dios. Así cuando aparezca el Señor nos encontrará listos y preparados para ir con Él.
Esto no es para producir miedo a nadie, sino más bien para alentarnos a no conformarnos a los deseos y costumbres de este mundo, porque son malas, aun cuando nos quieran hacer creer que son buenas y saludables. Recordemos que Cristo nos ofrece una vida plena y abundante, pero no exenta de dificultades. Jesús dijo; en el mundo tendrán aflicción pero confíen en mí, porque yo he vencido al mundo. Y ¿Cuál es victoria que vence al mundo? nuestra fe en Cristo. Recordando siempre que, aunque estamos en el mundo, no somos del mundo. Somos ciudadanos del reino de los cielos, de donde también esperamos a nuestro salvador el Señor Jesucristo. ¡Esto nos debe llenar de gozo y alentarnos a una vida de santidad!
Los abraza en Cristo. P. Sosa.