La importancia de la identidad.
Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le
dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo
comprendes ahora; más lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los
pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo
Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús
le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo
limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a
entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo
lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os
he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo:
El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. Juan 13:1-17
Este es un hermoso relato de lo acontecido la noche en que el Señor Jesús fue traicionado y entregado por Judas Iscariote, es muy rico y nos deja una maravillosa enseñanza sobre lo que significa la identidad y el servicio en el reino de Dios.
Las enseñanzas bíblicas hay que recordar que algunas son literales y otras son simbólicas. Este ejemplo del lavamiento de los pies por parte de Jesús, sin duda que es más simbólica que literal. Ahora bien ¿Cuál es la enseñanza que nos deja?
Si se lee detenidamente en el mismo pasaje está la respuesta. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
Parafraseando esta respuesta es; ustedes ya están santificados, (limpios) pero viven en este mundo y hay cosas del mundo que les contamina, (ensucian los pies) por lo tanto deben ayudarse unos a otros a vivir en santidad, (lavarse los pies). Hay cosas que en el andar diario se nos pegan, así como el polvo se pega a los pies, aun cuando se utilice calzado, y es necesario quitarse ese polvo.
En esto consiste el servirnos unos a otros, con una actitud de amor y misericordia, ayudar a ver las conductas o actitudes que no pertenecen al reino de los cielos, las cuales hay que quitarse, lavarnos los pies unos a otros, teniendo clara nuestra identidad en Cristo.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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