Sométanlo todo a prueba y retengan lo bueno. Apártense de toda clase de mal.
1 Tesalonicenses 5:21-24
El mundo actual se caracteriza por estar plagado de engaños y mentiras. ¡Qué difícil es hallar sinceridad en las promesas humanas! Eso hace que las personas se vuelvan incrédulas, porque no pueden encontrar personas creíbles. Esto ocurre en todos los ámbitos de la sociedad, como ser; en la política, en la economía, en el deporte, en la religión, en el gobierno, tanto en el oficialismo, como así también en la oposición.
Las congregaciones tampoco escapan a esto, de mezclar desde los púlpitos, mentiras y verdades en el mismo paquete. Por esto es necesario conocer Las Sagradas Escrituras, y así poder someter a prueba las predicaciones y enseñanzas que se dan desde los púlpitos. No es pecado examinar a la luz de la biblia todo lo que se escucha o se oye como palabra de Dios. Porque se dicen y se enseñan cosas en nombre de Dios, que Dios no dice y menos aún que se enseñe en su nombre, doctrinas religiosas o de hombres que no conocen a Dios, aun cuando digan conocerlo. Muchas veces se hace proselitismo y no discipulado. El proselitismo divide, en cambio el discipulado une al cuerpo en el Espíritu.
Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo por amor a nosotros, Jesús no vino a condenar a las personas, vino a restaurar la comunión entre el hombre y Dios.
Jesús dijo; Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:29.
Dios es amor, y la enseñanza del Señor, si somos sus seguidores, nos manda que nos amemos unos a otros, que seamos misericordiosos unos con otros, que nos perdonemos unos a otros así como Dios nos perdona en Cristo a cada uno de nosotros. Por lo tanto, no tenemos excusas para andar enemistados entre congregaciones, menos aún entre hermanos en la fe desconfiando unos de otros. Dios nos ha dado su Santo Espíritu, el cual nos asegura que somos sus hijos, y nos da discernimiento espiritual para conocernos entre nosotros, para saber diferenciar lo falso de lo genuino o autentico.
En la biblia tenemos todo lo que necesitamos saber acerca de la obra Redentora de Cristo en la cruz, como así también todo lo que necesitamos aprender, para acomodar nuestra vida a la voluntad de Dios, o sea como tener una vida que agrade a Dios. Jesús dijo; El que es de Dios, las palabras de Dios oye. Juan 8:47. Es preciso tener en cuenta este consejo del apóstol Pablo, para no ser engañados en nombre de Dios.
Escuche las predicaciones, reciba las enseñanzas, pero, examine si esas predicas y enseñanzas están de acuerdo a lo que está escrito en la biblia.
El Señor les de entendimiento y sabiduría para examinarlo todo, y retener lo bueno.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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