Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 2 Timoteo 2:1-3
Las personas somos propensas a buscar o querer las cosas fáciles, tratamos de evitar todo aquello que propone tener que esforzarnos, y en este tiempo mucho más. También en lo espiritual nos comportamos de la misma manera, esperamos que sea otro el que nos diga lo que tenemos que hacer o decir. La lectura de la biblia, la alabanza a Dios son cosas que casi no se practica en las congregaciones, solo escuchan y miran los videos, aun la oración se pide que lo haga otro por la persona necesitada, en lugar de enseñarle a orar.
Sin embargo, como se puede apreciar en estos versículos y en otros también, el común denominador es el esfuerzo personal en la gracia recibida. Quizás usted se pregunte ¿Por qué debo esforzarme en aquello que anhelo o deseo para mi bien? La respuesta es sencilla pero no fácil de aceptar, porque por causa de nuestra naturaleza caída todo lo malo, lo nocivo o destructivo no requiere de ningún esfuerzo de nuestra parte, sale solo. Pero, todo lo bueno, lo que edifica, lo que ayuda, lo que es para mi bien y el de los demás, requiere ser esforzado y valiente, porque va contra la corriente de este mundo.
Así también cuesta creer, aceptar, obedecer y caminar en la verdad del evangelio de Jesucristo. La mayoría de las veces ocurre que, las cosas que el Señor nos pide que hagamos o dejemos, en oración pedimos todo lo contrario. Por ejemplo; su palabra dice; Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4: 31-32, nosotros decimos, Señor quítame la amargura, el enojo, los vicios, la maldad que hay en mí, y así podré serte fiel.
Sin embargo, la palabra nos dice que somos nosotros, los que tenemos que dejar todas esas cosas que no nos permite tener una vida de plenitud, y debemos incorporar lo nuevo de Cristo. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Colosenses 3:14
Una vez que vivamos esta experiencia, podemos también y debemos encargar a creyentes fieles, para que ellos también sean idóneos enseñando a otros lo mismo.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario