Mucho se habla de la Semana Santa. ¿Pero a que nos referimos cuando hablamos de ella? ¿Cuál es nuestro pensamiento, cuando se acerca esa fecha? ¿Qué incidencia tiene en nuestras vidas ese acontecimiento? Son muchas las preguntas que podemos hacer, o tal vez ninguna, simplemente vivirlo como un feriado más o pasarlo con los amigos y familiares. Pero, lo que se recuerda allí es demasiado importante para tomarlo livianamente. No tiene que ver con rituales o prohibiciones, si, tiene que ver con la vida de cada uno de nosotros.
Y la primera pregunta que deberíamos hacernos es.
¿Qué se celebra?
Sabemos que la humanidad está bajo la maldición del pecado, por causa de la desobediencia de nuestros primeros padres Adán y Eva.
Y para nosotros es imposible solucionar este tema, por eso Dios nuestro creador nos prometió un Salvador. Alguien que vendría a ocupar nuestro lugar para pagar esa deuda. En esta fecha recordamos la Crucifixión, muerte, resurrección y ascensión de nuestro Señor Jesucristo. Quien venció y se levantó con Poder de entre los muertos, para no morir nunca más. Aquí es donde comenzó a manifestarse la salvación de la humanidad, en la persona de Jesús el Santo Hijo de Dios, en su condición de ser humano.
Es la victoria de la humanidad por medio de Jesucristo, sobre el pecado y la muerte espiritual que nos aleja de Dios.
¿Qué significado tiene?
El pecado separa al hombre de Dios. Además nos constituye como enemigos de Dios, eso nos aleja y nos enfrenta con nuestro hacedor, es la causa por la cual la vida del hombre en esta tierra está llena de conflictos, sufrimientos y enfermedades que amargan y destruyen nuestra existencia. Pero Dios nos ama de tal manera y viendo nuestro penoso peregrinar por este mundo, recordando su promesa, decidió enviar a su Único Hijo a este mundo, en forma humana, para cargar y castigar en Él, el pecado de la humanidad y así librar al hombre de esa maldición. En la cruz del calvario Dios muestra su amor, al cargar sobre su Hijo Jesús nuestras miserias, pecados, maldades y enfermedades abriendo una puerta de escape para el ser humano de esa triste condición.
Es la manifestación del Amor de Dios hacia nosotros sus criaturas.
¿Qué sucedió allí?
Para entender debemos volver al Jardín del Edén. Dios creó al hombre con un propósito y le dio mandamientos. Debía cuidar el huerto y comer de todos los árboles que allí había, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera le dijo Dios; ciertamente morirás, (Génesis 2:16-17) pero, lamentablemente el hombre desobedeció, comió del fruto prohibido y murió espiritualmente, fue echado del huerto y así el hombre quedó bajo la maldición del pecado. Al echar Dios al hombre del huerto del Edén y de Su Presencia, toda la humanidad estaba siendo echada de la presencia de Dios.
Pero Dios por amor, se propuso rescatarlo, sacarlo de esa situación. Es por eso que él desde antes de la fundación del mundo ya había hecho provisión para salvarlo. Dios ya había dispuesto el Sacrificio que hiciera posible perdonar al hombre su pecado, y traerlo de vuelta restaurado a Su Presencia.
Y allí en el Calvario sucede el cumplimiento de esa promesa de Redención.
¿Cuál es el significado actual?
Ese sacrificio del Hijo de Dios hecho hombre, tiene un significado glorioso para nosotros los seres humanos. Tú y yo tenemos esperanza cierta en cuanto a poder acercarnos a Dios. Pues por medio de ese sacrificio allá lejos y hace tiempo, tenemos la puerta abierta al trono de la gracia de Dios para nuestras vidas hoy, podemos entrar confiadamente a Su Presencia por la sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y hallar oportuno socorro para nuestras vidas. Pues la Biblia en Miqueas 6:19 dice; Él volverá a tener misericordia de nosotros, sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Para la persona no es necesario vivir apartada de Dios, sin fe y sin esperanza en este mundo, sin saber cuál será su destino cuando el creador la llame a Su Presencia.
Hoy, si reconocemos nuestros pecados, nos arrepentimos y pedimos a Dios que nos perdone por medio de Cristo, él lo hace porque nos ama. Conociendo y aceptando esto, la semana santa deja de ser un simple recuerdo de algo que sucedió hace más de dos mil años.
Ahora es el gozo de saber que, gracias a ese sacrificio; tengo el perdón de mis pecados, fui adoptado como hijo, el Espíritu de Cristo vive en mí, fui anotado en el libro de la vida, y tengo vida nueva y eterna en Cristo Jesús, junto a Dios. ¡Gloria al que vive por los siglos de los siglos!
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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