Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara. Génesis 2:15
El trabajo dignifica al ser humano, Dios ha capacitado a la persona para hacer cosas buenas en un lugar específico a través del trabajo físico o intelectual. Pero vivimos en un mundo de injusticia, desigualdades, abusos, engaños y mentiras, donde no se valora la actividad laboral honesta. Con tristeza hay que reconocer que los más perjudicados son los integrantes de la clase obrera. Son los hombres y mujeres laboriosos, las personas que siempre están presentes a la hora de realizar los trabajos necesarios para obtener el sustento diario del ser humano. Sin embargo, no son reconocidos, muchas veces son mal pagados, abusando de su nobleza y necesidad de trabajar. Pero ellos a pesar de todo siempre están dispuestos, aun al sacrificio propio o de su familia, con el propósito de ayudar al otro. La biblia dice; Dulce es el sueño del trabajador, como poca o coma mucho, y digno es el obrero de su salario.
Pero también es cierto, que muchas veces la parte patronal trata mal a sus trabajadores, no pagándole lo que corresponde, no proveyendo el equipamiento de herramientas y seguridad requeridos, no respetando sus horas de descanso necesarios, no depositando los aportes retenidos para que el día de mañana puedan obtener una jubilación digna. Por eso la biblia también menciona y recuerda a la patronal esto; No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.
Cuando los empleadores no pagan lo que corresponde, no le otorgan los francos o vacaciones que por ley corresponde, cuando no le pagan en tiempo y forma, están oprimiendo y robando al prójimo, en forma consciente o inconsciente, pero eso no los libera de sus responsabilidades.
Pero hay que saber que, aunque los gobiernos no asuman su responsabilidad por el bienestar de los trabajadores, controlando que sus aportes sean depositados, y los sindicatos que deben defenderlos, miren para otro lado, mientras los patrones continúan explotando a las personas. Los obreros y empleados, nunca están totalmente desamparados, hay alguien que todo lo ve y todo lo sabe, y en su palabra está escrito; el que oprime al pobre afrenta a su Hacedor. Dios es quien protege y hace justicia a todos los desvalidos.
Por eso el salmista escribió, Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición. Salmo 37:25
Trabajadores, hombres y mujeres laboriosos, confíen siempre en Dios, Él es su protector. ¡Celebren con gozo el día del trabajador!
Los abraza en Cristo. P. Sosa