jueves, 14 de octubre de 2021

El hijo pródigo

 

 Jesús también les dijo:

Un hombre tenía dos hijos.  Un día, el hijo más joven le dijo a su padre: Papá, dame la parte de tu propiedad que me toca como herencia. Entonces el padre repartió la herencia entre sus dos hijos. A los pocos días, el hijo menor vendió lo que su padre le había dado y se fue lejos, a otro país. Allá se dedicó a darse gusto, haciendo lo malo y gastando todo el dinero. Lucas 15:11

Esta historia representa a la persona que cree en Cristo, pero que con el paso del tiempo su vida se vuelve rutinaria, no siente interés alguno en estar al lado de su Padre celestial sirviéndole, sino que quiere probar otras cosas que no pertenecen al reino de Dios,  es atraído por los placeres de este mundo y es seducido por el brillo de las riquezas.

Se olvida del consejo apostólico; No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre. 1 Juan 2:15

Pronto queda sin la herencia recibida del Padre, (la presencia del Espíritu) siente hambre espiritual y empieza a ver su triste realidad. Aunque busca en el mundo algo para satisfacer esa hambre, nadie le puede dar, tampoco puede conseguir por su propio medio, porque todo lo que hay, “es comida de cerdos” no apto para el consumo de un hijo de Dios.

Es ahí donde valora todo lo que tenía en (Cristo) la casa del Padre, y dispone su corazón para iniciar el camino del arrepentimiento, el cual le lleva directo a retornar al lugar de donde nunca debería haberse ido.

El Padre está esperando con amor al hijo que se va lejos de su presencia, sabe que va a volver, porque sin duda ese hijo nunca encontrará en el mundo, lo que hay y está a su disposición en (Cristo) la casa del Padre. Quizás usted sea ese hijo que tomó su herencia y se fue de estar al lado de su Padre. Ahora que se da cuenta de su verdadera situación, ¿Qué decisión va a tomar? ¿Seguir en el chiquero o volver al hogar junto al buen Padre celestial?

Los Abraza en Cristo. P. Sosa.

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