En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo:
Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea
oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de
enseñar. 2 Timoteo 4
¡Hay que predicar el evangelio! Es lo que se dice normalmente
a las personas y a los nuevos creyentes en Cristo. Pero ¿Qué es predicar? Es
simplemente repetir como loro lo que la Biblia dice, o ¿hay algo más? ¿Cuál es
el compromiso de la persona que predica el evangelio? Últimamente han aparecido
muchos predicadores, pero muy pocos comprometidos con el mensaje del evangelio
de Jesucristo.
La Biblia nos cuenta que; El Señor Jesús después de haber
resucitado y antes de ascender al cielo, les da un mandato a sus discípulos y
hoy a nosotros sus seguidores.
¿Cuál es el mandato del Señor?
Jesús les dijo; Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en
la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Mateo
28:18
El mandato del Señor que ha dejado para todos sus seguidores
incluye, predicación, discipulado, bautismo y obediencia de todo lo que el
Señor ha ido enseñando a lo largo de su andar físico en este mundo. Eso tiene
que ver con los principios de vida establecidos del reino de Dios. Por lo tanto
los que anunciamos el evangelio, no solo debemos anunciar con las palabras,
sino también mostrar el efecto de ese evangelio en nuestra vida diaria, eso nos
da autoridad para enseñar obediencia al evangelio de nuestro Señor. Eso hará
que la promesa del Señor de estar siempre, se cumpla en nosotros, lo cual nos
libera de angustia y temores ante situaciones difíciles que nos toque vivir en
este mundo que nos es adverso.
Recordemos que los seguidores de Cristo, no solo debemos creer
en él, sino también ser discípulos de él.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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