¡Cuánto amor!
Cuando me hallaste Señor sufriendo en esclavitud,
En las manos
despiadadas de un terrible y feroz amo,
Me miraste con amor
y decidiste comprarme,
Y aunque el precio
era muy alto, ¡Lo pago! Te oí decir,
Porque en la cruz del
calvario, tu vida diste por mí,
Allí con sangre
pagaste, el precio de redención,
Dándome la
libertad, libre de condenación.
Me tomaste en tus
manos cual laborioso alfarero,
Con paciencia
trabajaste para lograr tu propósito,
Sentido diste a mi
vida dejándola como nueva,
Quitaste toda
impureza y sanaste toda herida,
El odio y la
indiferencia fueron quitados de cuajo,
Ese lugar lo
llenaste de un amor incomparable,
Mi vacío corazón
con tu Espíritu ocupaste.
¡Cuánto debo
agradecer, por lo que hiciste por mí!
Ningún otro en este
mundo, esto haría a mi favor,
Solo el Dios de los
cielos que al ser humano creó,
Nunca se da por
vencido, al tener que restaurar,
A la persona que el
diablo, quiere destruir y matar,
Lo levanta, lo
defiende, de todas fuerzas del mal,
Lo recibe, como
hijo y heredero por toda la eternidad.
PS 2021