miércoles, 26 de junio de 2024

Radiografía y diagnóstico del ser humano, hecha por la ley de Dios.

Entonces, ¿qué ventajas tiene el ser judío o el estar circuncidado? Muchas y por muchas razones. En primer lugar, Dios confió su mensaje a los judíos. ¿Qué pasa entonces? ¿Acaso Dios dejará de ser fiel, por el hecho de que algunos de ellos hayan sido infieles? ¡Claro que no! Al contrario, Dios actúa siempre conforme a la verdad, aunque todo hombre sea mentiroso; pues la Escritura dice: Serás tenido por justo en lo que dices, y saldrás vencedor cuando te juzguen. Pero si nuestra maldad sirve para poner de relieve que Dios es justo, ¿qué diremos? ¿Que Dios es injusto cuando nos castiga? Hablo según criterios humanos. ¡Claro que no! Porque si Dios fuera injusto, ¿cómo podría juzgar al mundo? Pero si mi mentira sirve para que la verdad de Dios resulte todavía más gloriosa, ¿por qué se me juzga a mí como pecador? En tal caso, ¿por qué no hacer lo malo para que venga lo bueno? Esto es precisamente lo que algunos, para desacreditarme, dicen que yo enseño; pero tales personas merecen la condenación. ¿Qué pues? ¿Tenemos nosotros, los judíos, alguna ventaja sobre los demás? ¡Claro que no! Porque ya hemos demostrado que todos, tanto los judíos como los que no lo son, están bajo el poder del pecado, pues las Escrituras dicen: ¡No hay ni uno solo que sea justo! No hay quien tenga entendimiento; no hay quien busque a Dios. Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno! Su garganta es un sepulcro abierto, su lengua es mentirosa, sus labios esconden veneno de víbora y su boca está llena de maldición y amargura. Sus pies corren ágiles a derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos, y no conocen el camino de la paz. Jamás tienen presente que hay que temer a Dios. Sabemos que todo lo que dice el libro de la ley, lo dice a quienes están sometidos a ella, para que todos callen y el mundo entero caiga bajo el juicio de Dios; porque nadie podrá decir que ha cumplido la ley y que Dios debe reconocerlo como justo, ya que la ley solamente sirve para hacernos saber que somos pecadores. Romanos 3:1-20

Muchas veces hablando con las personas me dicen, yo no hago mal a nadie, soy un buen vecino, un buen esposo, responsable con mi trabajo, por lo tanto no tengo de que arrepentirme porque soy una buena persona. Todo eso está bien a nivel humano, pero, no alcanza para ser justo delante de Dios, el pecado en el ser humano no es por lo que hace, sino por causa de su naturaleza caída, nace separado de Dios. Por lo tanto, la exigencia de Dios no queda solo en lo físico sino que también apela al alma y el espíritu, involucrando a la voluntad, los pensamientos y sentimientos de la persona, convoca a la totalidad del ser humano.

La Santidad de Dios es inalcanzable a nivel humano, porque Dios es tres veces Santo. En resumen, la ley en sí misma es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno. Pero entonces, ¿esto que es bueno me llevó a la muerte? ¡Claro que no! Lo que pasa es que el pecado, para demostrar que verdaderamente es pecado, me causó la muerte valiéndose de lo bueno. Y así, por medio del mandamiento, quedó demostrado lo terriblemente malo que es el pecado. Romanos 7:12. Por eso es necesario, aceptar la obra de Cristo a nuestro favor, porque solamente en Cristo, se satisface la Justicia y Santidad de Dios.

Nosotros los seres humanos en nuestra soberbia, muchas veces nos creemos autosuficientes para determinar que está bien y que está mal en nuestras propias acciones, sin tener en cuenta los principios y valores que Dios ha establecido para la conducta humana, eso hace que actuemos equivocadamente dañando al prójimo y afectando también nuestra propia vida. Sin embargo Dios en su amor y misericordia, nos abrió el camino hacia él, por medio del evangelio de Cristo y su obra redentora. ¡Hay esperanza de salvación para el ser humano!

Los abraza en Cristo. P. Sosa. 

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