domingo, 16 de junio de 2024

El justo juicio de Dios a la humanidad.

Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos. Pero sabemos que Dios juzga conforme a la verdad cuando condena a los que así se portan. En cuanto a ti, que juzgas a otros y haces lo mismo que ellos, no creas que vas a escapar de la condenación de Dios. Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él. Pero tú, como eres terco y no has querido volverte a Dios, estás amontonando castigo sobre ti mismo para el día del castigo, cuando Dios se manifestará para dictar su justa sentencia y pagar a cada uno conforme a lo que haya hecho. Dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno; pero castigará con enojo a los rebeldes, es decir, a los que están en contra de la verdad y a favor de la maldad. Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, para los judíos en primer lugar, pero también para los que no lo son. En cambio, Dios dará gloria, honor y paz a todos los que hacen lo bueno, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son. Porque Dios juzga imparcialmente. Todos los que pecan sin haber tenido la ley de Moisés, perecerán sin esa ley; y los que pecan a pesar de tener la ley de Moisés, por medio de esa misma ley serán juzgados. Pues no son justos ante Dios los que solamente oyen la ley, sino los que la obedecen. Porque cuando los que no son judíos ni tienen la ley hacen por naturaleza lo que la ley manda, ellos mismos son su propia ley, pues muestran por su conducta que llevan la ley escrita en el corazón. Su propia conciencia lo comprueba, y sus propios pensamientos los acusarán o los defenderán el día en que Dios juzgará los secretos de todos por medio de Cristo Jesús, conforme al evangelio que yo anuncio. Romanos 2:1-16

Dios nos conoce perfectamente a cada uno de nosotros los seres humanos, sabe que somos malos por naturaleza, que nuestro corazón es inclinado al mal desde la juventud. Pero a pesar de todo eso, por su gran amor tenemos esperanza de redención.

Recordemos que nosotros no debemos juzgar a las personas, porque no somos Dios, pero sí, la palabra de Dios nos autoriza a juzgar y condenar los hechos malos de las personas, eso también incluye juzgar nuestro propio comportamiento y conducta, a la luz de la palabra de Dios, y así poder cambiar para bien, ajustándonos a la enseñanza de Cristo y su evangelio.

Lo triste es cuando no sabemos distinguir entre la persona y sus hechos, y condenamos a la persona y no su comportamiento o actitud. Tenemos un ejemplo en Jesús y la mujer adúltera; Jesús le dice, Yo no te condeno, pero vete y no peques más. Dándole otra oportunidad para un cambio de vida, así debemos también nosotros actuar con aquello que se equivocan en la vida, darle una oportunidad de mejorar en su conducta y actitud, porque también nosotros nos equivocamos muchas veces. Y Dios en Cristo nos da otra oportunidad

Los abraza en Cristo. P. Sosa.

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