Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. 1 Juan 1:5-10
El mensaje del evangelio de Jesucristo, siempre incentiva a una vida de transparencia. A eso se refiere esta enseñanza bíblica, cuando dice que debemos vivir en la luz, porque Dios es luz. Una vida transparente, sincera, íntegra, sin tapujos, es una vida que invita y desafía a imitar, porque es una vida agradable, quizás no de lujos y placeres, pero sí de paz, gozo y tranquilidad. Es una vida que contrasta y hace la diferencia, con aquellas que viven en tinieblas y la oscuridad, que produce el mal y la maldad. Vidas opacas, sin sentido, vidas que se ocultan entre el lujo y los placeres terrenales, pero totalmente vacías de contenido en lo moral, sin principios ni valores, muchas veces cargadas de egoísmo y ambición desmedida.
Para la persona es difícil escoger vivir en la luz por propia iniciativa, porque el corazón de la persona es inclinado al mal desde su juventud, y eso lo lleva a vivir en las tinieblas u oscuridad.
Esa es la razón por la cual vino Jesús a este mundo, para que cada persona que quiera, pueda vivir en la luz. Jesús dijo; Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12 Cuando una persona comienza a llevar una vida de transparencia, está comenzando a seguir a Jesús, y tiene la luz de la vida.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.