En este mundo violento y destructivo, mucho se habla de paz, algo tan necesario para la convivencia humana, en todos los niveles de la sociedad y que abarca a todo el mundo.
Por la paz se pide, se busca, se lucha, se hacen tratados, pero nada de esto logra el propósito deseado. Ahora esto requiere algunas preguntas ¿Conocemos realmente lo que es la paz? ¿Sabemos dónde encontrar? ¿Por qué es tan frágil? ¿Cómo poder conservar esa paz?
Jesús el Hijo de Dios hecho hombre dijo; La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27
Evidentemente hay dos clases de paz, una que viene del mundo y otra que viene de Jesús. Ahora bien, ¿Cómo se puede conseguir la paz que viene de Cristo?
Este mundo ofrece paz que todos anhelamos y queremos tener, pero es muy complicada obtener. Para lograr esa paz, se hacen armas cada vez más destructivas, hay que luchar y someter al otro para lograr la tan ansiada paz, pero en lugar de paz, se obtiene mayor incertidumbre.
Esto nos debe llevar a preguntarnos ¿Cómo es la paz que Cristo ofrece? ¿Cómo se obtiene?
Jesús nos da la respuesta por medio de su palabra escrita, pero debemos leer y meditar en lo que leemos, y así poder encontrar en qué está fundamentada esa paz.
Jesús hablando a sus seguidores les dice; Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.
Juan 16:33
Esto no nos deja dudas, la paz que Cristo ofrece se encuentra en su persona. Teniendo a Cristo en nuestra vida como salvador y Señor nuestro, la paz permanece en nuestros corazones, aun en medio de las peores dificultades. Porque Cristo es nuestra paz.
Recordando que aunque estamos en el mundo, no somos del mundo. Somos ciudadanos del reino de Dios, y por lo tanto, estamos escondidos con Cristo en Dios.
La paz que el mundo ofrece produce esclavitud y desazón. La paz que está en Cristo produce libertad y esperanza.
¡Maravillosa verdad! Esto hace que en nuestras vidas, haya paz en medio de las tormentas.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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