En ese tiempo dirás: Te doy gracias, Señor, porque aunque estuviste enojado conmigo, tu ira ya pasó y me has devuelto la paz. Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador. También ustedes podrán ir a beber con alegría en esa fuente de salvación, y entonces dirán: Den gracias e invoquen al Señor, cuenten a las naciones las cosas que ha hecho, recuérdenles que él está por encima de todo. Canten al Señor, porque ha hecho algo grandioso que debe conocerse en toda la tierra. Den gritos de alegría, habitantes de Sión, porque el Dios Santo de Israel está en medio de ustedes con toda su grandeza. Isaías 12
Las personas normalmente cuando están atravesando algún momento difícil, el primer pensamiento es “Dios está enojado conmigo”. Y comienza con una serie de preguntas, pero no para auto-examinarse, sino más bien para cuestionarlo a Dios y tomarle un examen de todos los por qué, que surgen como consecuencia del momento que está atravesando.
Sin darse cuenta o no pensar que esa circunstancia en la cual está, no es por causa de Dios sino por causa propia de la persona. Quizás en la persona haya algo que debe cambiar, o algo que debe corregir, o tal vez, algo que debe ser fortalecido, o mejorado, y perfeccionado.
¿Cómo saberlo? Sencillamente mirándose en el espejo de la palabra de Dios. Si usted es creyente en Cristo sabrá en qué cosa debe ser perfeccionado, porque el Espíritu Santo le mostrará y apelará a su obediencia a esa palabra.
Si usted todavía no depositó su fe en Cristo, las cosas que le suceden son para que acepte el gran amor de Dios, a través de recibir a Cristo en su vida y con él, recibirá todo lo que usted necesita para una vida de plenitud. Como ser el perdón de sus pecados, la paz de Dios, la comunión con él, y esperanza renovada en la paternidad de Dios.
Entonces también usted dirá, te doy gracias Señor porque tú eres mi salvador, tú eres mi refugio, tú eres mi ayudador.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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