Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará. Por lo tanto, cuiden mucho su comportamiento. No vivan neciamente, sino con sabiduría. Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos. No actúen tontamente; procuren entender cuál es la voluntad del Señor.
Efesios 5:15-17
Estamos llegando a fin de año eso produce en algunas personas, varios deseos como ser, que con el año que se va, también se vayan los problemas y dificultades que nos acompañaron a lo largo de estos meses, que no haya tanta injusticia, que no haya tanta violencia, que haya más paz y tranquilidad en el mundo.
Pero como también se acerca un nuevo año, eso trae expectativas nuevas y esperanza renovadas de que todo va a mejorar.
Es muy importante saber que los años vienen y van, y lo que queda son las buenas y malas experiencias vividas. También queda lo que hayamos aprendido de esas experiencias, de las buenas para fortalecer lo aprendido, y de las malas para no volver a cometer, o a no descuidarnos, para que no vuelvan a pasar.
En este tiempo del año siempre es bueno y necesario reflexionar en lo que hemos vivido, y así prepararnos para el nuevo año que se viene, proponiéndonos metas que den sentido al diario vivir.
Es bueno recordar que el nuevo año, es un libro en blanco que es entregado a cada persona, para que en sus páginas vayamos escribiendo nuestras vivencias diarias, para que al final del mismo veamos cómo ha sido nuestro trayecto de vida, si hemos logrado las metas que nos hemos propuesto, o si es que simplemente nuestra hoja de ruta sigue en blanco o con algunos trazos sin sentido.
Para eso es necesario desarrollar un patrón de conducta diaria, así podemos ir evaluando el día a día de nuestra vida, si vamos logrando lo que nos propusimos para el nuevo año, o sin darnos cuenta nos estamos desviando del propósito o meta.
Siempre es bueno tener a mano los consejos sabios de Dios, por medio de su palabra escrita, sobre cómo debe ser el comportamiento que hay que tener, para no formar parte de las personas que pasan por la vida sin darle importancia. Porque, aunque la sociedad no cambie mucho, cada uno en particular podemos ser mejores personas, actuando con sabiduría y madurez fundamentados en los sabios consejos de Dios el buen Padre celestial.
Los abraza en Cristo. P. Sosa
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