Al hombre le dijo: Como hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, la tierra va a ser maldita por tu culpa; con fatiga sacarás de ella tu alimento durante todo el tiempo de tu vida; te producirá espinos y cardos, y comerás hierba del campo. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de la cual fuiste formado, pues eres polvo, y al polvo volverás. Génesis 3:17-19
Muchos se preguntan, ¿Por qué pasa lo que nos pasa? ¿Por qué la tierra está tan convulsionada? ¿Por qué el clima se nos vuelve adverso? Todo esto tiene la respuesta en la palabra de Dios, que es la biblia.
Cuando Adán y Eva pecaron desobedeciendo a Dios, no solo arruinaron sus vidas, sino también eso afectó a la tierra en la cual estaban. Pero no solo eso, acá vemos las consecuencias del poder destructor del pecado, como se extiende a lo largo de la historia humana, llegando hasta nuestros días.
Todo lo que nos pasa en este tiempo, es por causa del pecado que entró al mundo y no hay poder humano que lo pueda detener. El ser humano es incapaz de vencer el pecado que afecta no solo su vida, sino también la naturaleza toda. ¡Eso es terrible! ¿Qué hacemos?
Dios en su gran amor y misericordia propone al ser humano la única salida, solo que, es la persona quien debe tomar la decisión de aceptar o no, esa propuesta.
Un cambio de rumbo a toda esta terrible situación que afecta la tierra y a la humanidad, está en la persona de Jesús el Hijo de Dios y su obra Redentora en la cruz del Calvario. Se acepte o no, se crea o no, esto es así.
Solo Dios en su gran misericordia, amor y compasión, puede salvar y cambiar la condición de cada persona en este mundo. ¿Cómo? ¿De qué manera? Cuando la persona con arrepentimiento en su corazón, se acerca a Dios por medio de Cristo, reconociendo la necesidad de ser perdonada, Dios perdona el pecado, lo sella con su Espíritu Santo y comienza una nueva vida en Cristo.
Quiero decirle que, el mundo no va a cambiar, pero la situación de cada persona que viene a Dios arrepentida, va a ser diferente, tendrá un cambio radical para bien suyo y de la familia. Dios quita la maldición del pecado, y bendice esa vida para ser bendición donde quiera que esté. Usted, ¿ya está bendito en Dios, o todavía está bajo la maldición del pecado?
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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