No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la hierba que al cortarla pronto se seca.
Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas.
Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú eres justo y recto. Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados.
No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer. Los malvados serán destruidos, pero los que esperan en Dios recibirán la tierra prometida. Salmo 37
Mirando a nuestro alrededor y ver tanta maldad e injusticia nos pone mal, pero debemos creer lo que Dios dice por medio de su palabra escrita, confiar que solamente Dios puede cambiar la situación y la vida de estas personas.
Para nosotros es imposible, pero para Dios no. Pongamos nuestra confianza en Él y disfrutemos la vida que Dios nos permite vivir. Esa vida buena, saludable, siendo compasivo con aquellos que se equivocan con su forma de vivir.
No permitamos que las conductas corruptas o violentas, cambien nuestros valores y comportamiento, dañando nuestra confortable manera de vivir en familia y en paz.
Sepamos que este mundo en el cual vivimos, va camino a su propia destrucción por causa de la maldad del ser humano. Es por eso que debemos estar atento a nuestro comportamiento, así evitamos correr la misma suerte que el mundo. Dios por medio de su palabra nos advierte; sabed que vuestro pecado os alcanzará.
Es mejor esperar que la Gracia de Dios les alcance, bendiciendo sus vidas, para no tener envidia de los que hacen daño al prójimo y aparentemente les va bien, lo cual es un error.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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