Todos nosotros (las
personas) nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino,
pero el Dios cargó sobre Cristo
la maldad de todos nosotros. Fue
maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo
llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca,
como una oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo
defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le
dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo crucificaron al lado de hombres malvados, lo
sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo
engaño en su boca. Isaías 53
Estando en otra ciudad
una vez, salí a caminar y sin darme cuenta, me perdí, no sabía cómo volver.
¡Qué terrible experiencia! Quizás usted también pasó por esto alguna vez. Es
feo, verdad, pero tiene solución, preguntando, se regresa.
De esto trata este
pasaje bíblico de la perdición del ser humano, pero no como algo temporal sino
eternamente. Si en lo físico es terrible, ¡Cuánto más en lo espiritual! El ser
humano se alejó de Dios por causa del pecado, y aunque muchas veces trata de
volver, no sabe cómo. Busca en la religión pero no le satisface, no es el
camino. Dios ha establecido el único camino de regreso a Él por medio de
Cristo. Jesús dijo; Yo soy el camino, nadie viene a Dios el Padre sino es por
mí.
Le pregunto, ¿continúa
perdido o ya encontró el camino de regreso a Dios?
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