El
nacimiento de Jesús y todo lo referente a su vida fue para beneficio del ser
humano.
Todo
esto sucedió para que se cumpliera lo que Dios había dicho por medio del
profeta Isaías: ¡Presten atención! Una joven virgen quedará embarazada, y
tendrá un hijo. Y llamarán a ese niño Emanuel.
Este nombre significa, Dios está con nosotros. Mateo1:22
Las Sagradas Escrituras cuentan que por
causa del pecado de Adán y Eva en el comienzo mismo de la creación, la
humanidad toda fue echada de la presencia de Dios. Y no tenía ninguna
posibilidad de regresar a Él, por sus propios medios. Es por eso que el ser
humano necesitaba y necesita un representante humano sin pecado, alguien que le
represente ante el trono de la gracia del Santo Dios, para poder acercarse
nuevamente ante Dios su creador. La religión es incapaz de proveer un puente
entre Dios y el ser humano, es imposible lograr con sus rituales y sacrificios
entrar a la presencia de Dios, no hay ningún ser humano por más bueno que haya
sido ser un verdadero mediador ante el trono de la gracia del tres veces Santo
Dios. Con ese propósito Dios envía su Único Hijo a este mundo, plan preparado
desde ante de la creación del mundo. Jesús al nacer de una mujer, pero sin que
un hombre tuviera participación en el embarazo, cumple el requisito de una vida
libre de pecado, lo cual le habilita para ser el Salvador del mundo. ¡Es Dios
mismo hecho hombre, en la persona de su Hijo! Como el ser humano no podía
acercarse a Dios, Dios se acercó al ser humano. ¡Emanuel! Desde el
nacimiento de Jesús, Dios está con nosotros, Cristo después que resucitó,
ascendió a los cielos como representante del ser humano, y fue enviado su
Espíritu Santo quien vino a quedarse en la tierra como representante del reino
de Dios.
¡Bendita Gracia Divina! ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre
los hombres que gozan del favor de Dios!
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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