domingo, 22 de marzo de 2020

Para reflexionar en cuarentena.



 Este es un tiempo muy particular que estamos viviendo, es el momento justo para revisar la fe personal.
¿Me sirve lo que creo? ¿Deposité mi fe en el lugar correcto?
Son preguntas que ayudan para revisar por qué creo lo que creo, y si tengo fundamento para creer en algo o en alguien.
Conversando con algunas personas me manifiestan que no creen en la existencia de Dios. ¿Cuál es su argumento? Dicen que no lo han visto, por lo tanto dudan de su existencia.
Me pregunto y les pregunto ¿Es un argumento válido? Creo que no, porque aunque nadie lo ha visto, hay demasiadas evidencias de su existencia. Que se quiera ignorar esas evidencias no quitan el valor de las mismas. Además los mismos que dicen que no creen en Dios, se benefician con todo lo que Dios les da, como ser la vida, la salud, las capacidades, etc.

En este momento estamos todos refugiados en nuestros hogares sin poder salir del mismo, ¿por qué?  Por la sencilla razón que hay una pandemia que está afectando a miles de personas en todo el mundo, un mal invisible, pero que está y hace mucho daño. No lo vemos, pero existe y contagia a miles de personas y mata a muchas de ellas. Por lo tanto es una necedad no querer creer de su existencia y peligrosidad, y peor aún no cuidarse ni respetar las directivas dadas por las autoridades con el propósito de frenar este mal. Por más que se trate de ignorar el peligro de este mal, no evita que sufra las consecuencias que produce su contagio. Es por eso que hay que tomar con responsabilidad, cuidándose y cuidando al otro.

Ahora bien, se puede creer en Dios y acudir a Él aunque no se lo pueda ver. Es necesario creer en un Dios invisible pero real, además pedirle ayuda ante este flagelo invisible pero real que está destruyendo tantas vidas. Solamente alguien que conoce lo invisible, puede socorrer al ser humano de los peligros que surgen de ahí. Jesucristo nuestro Señor ya tiene experiencia de luchar y vencer las fuerzas invisibles del mal y al maligno que las dirige.
El ser humano desde el comienzo mismo de su existencia cayó bajo el poder del maligno, quien sembró en él, el virus del pecado de la desobediencia que afectó a la humanidad entera, apartándole del Creador, dañando relaciones, destruyendo vidas sin que nada lo pueda detener, porque no hay ser humano que pueda hacer algo porque todos estamos contaminados y el final es la muerte física y eterna.

Pero Dios en su infinito amor, envió a su Único Hijo para que destruya al que tenía el imperio de la muerte. Cristo vino y a través de su muerte en la cruz del Calvario, venció a la muerte resucitando al tercer día para no morir nunca más. Esta victoria fue lograda en lo invisible a los ojos humanos, en lo espiritual, pero sacó a la luz la vida y la inmortalidad.
Es por eso que Poderoso es Él, para sacarnos y protegernos de los peligros que acechan desde la oscuridad. Solo hay que mantenerse firme como viendo al Invisible.
Bendiciones. P. Sosa

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