Dios es el Juez justo que juzga con justicia.
Pero el Señor es Rey por siempre; ha afirmado su trono para el juicio: juzgará al mundo con justicia, dictará a los pueblos justa sentencia. El Señor protege a los oprimidos; él los protege en tiempos de angustia. Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan. Salmos 9:7-10.
En nuestro mundo actual lo que abunda es la injusticia y afecta a todos por igual, es un flagelo que sufre la humanidad y es muy difícil de combatir. Las personas que están en el poder, muchas veces con tal de permanecer en el gobierno, oprimen al pueblo que los eligió para que estén en ese lugar de privilegio. Solicitan leyes que muchas veces son injustas para tener una herramienta con la cual someter, dominar y destruir las voluntades de las personas, y así no permitir levantar la voz de un justo reclamo ante las autoridades. Eso hace que aumente la violencia en la sociedad, porque las personas en su impotencia buscan de alguna manera manifestar su descontento, claro que equivocadamente. Los jueces humanos, también cometen errores a la hora de dictar sentencias. Muchas veces no miden con la misma vara a ricos y pobres, al ciudadano común y los poderosos, para la clase política parece que hay más contemplación o leyes diferentes, las condenas y la cárcel no asustan a nadie, es más algunos parecen que están mejor andando fuera de la ley, que siendo ciudadanos respetables.
Es verdad que todas las personas en este mundo, de alguna manera cometemos algún tipo de injusticia, ya sea consciente o sin querer, y curiosamente muchas veces ocurre dentro del seno familiar, pero se potencia mucho más en las personas que están en el poder.
Pero tenemos la esperanza en Dios, que llegará el día en que Dios juzgará con justicia a cada persona, cada pueblo, cada ciudad, cada provincia, cada nación. Nadie puede escapar del juicio de Dios por sus propios medios. Por eso Dios envió a su Hijo a este mundo para enseñarnos a vivir, Jesús vino para quitar el pecado del mundo, traer salvación a cada persona que cree en Él, librarnos del mal y la maldad, reconciliarnos con Dios pues por causa del pecado, estamos en rebeldía, apartados de Dios y bajo condenación. Solamente estando en Cristo somos libre del juicio de Dios, y de la condenación eterna.
La biblia dice; ninguna condenación hay para los están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a su naturaleza caída, sino que andan conforme al Espíritu de Dios.
Recuerde esto; la misericordia de Dios en Cristo, nos libra de la condenación de la ley. Así funciona el evangelio de la gracia. Merecemos ser condenados, pero necesitamos ser perdonados. Dios en Cristo, suple esa necesidad humana, dándonos la salvación por gracia, porque eso es lo que necesitamos.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
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