Resultados de la justificación ante Dios.
Puesto que Dios ya nos ha hecho justos
gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Pues por Cristo hemos podido acercarnos a Dios por medio de la fe, para gozar
de su favor, y estamos firmes, y nos gloriamos con la esperanza de tener parte
en la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos de los
sufrimientos; porque sabemos que el sufrimiento nos da firmeza para soportar, y
esta firmeza nos permite salir aprobados, y el salir aprobados nos llena de
esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor
nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado. Pues cuando
nosotros éramos incapaces de salvarnos, Cristo, a su debido tiempo, murió por
los pecadores. No es fácil que alguien se deje matar en lugar de otra persona.
Ni siquiera en lugar de una persona justa; aunque quizás alguien estaría
dispuesto a morir por la persona que le haya hecho un gran bien.
Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora, después que Dios nos ha hecho
justos mediante la muerte de Cristo, con mayor razón seremos salvados del castigo
final por medio de él. Porque si Dios, cuando todavía éramos sus enemigos, nos
reconcilió consigo mismo mediante la muerte de su Hijo, con mayor razón seremos
salvados por su vida, ahora que ya estamos reconciliados con él. Y no sólo
esto, sino que también nos gloriamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo,
pues por Cristo hemos recibido ahora la reconciliación. Romanos 5:1-11
Al ser justificados por Dios, hay un cambio radical en nuestras vidas. Lo primero es que estamos en paz con Dios por medio de Cristo, como consecuencia de eso, gozamos de su favor, eso nos da firmeza de carácter y trae esperanza cierta de que tenemos parte en la gloria de Dios. Al estar presente esos beneficios espirituales en mi vida, tenemos otra visión del diario vivir, hay una fuerza interior dentro nuestro que cambia nuestra perspectiva de vida. Esa fuerza interior es el Espíritu Santo de Dios, quien vino para ayudarnos en nuestro diario caminar. No tiene que ver con cumplir o no la ley de Moisés, sino con una vida basada en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, donde el amor al prójimo es prioritario.
Al tener paz con Dios, hay paz y tranquilidad interior, eso hace que al relacionarnos con los demás, lo hagamos con amor, respeto y autoridad, cualquiera sea la situación que se presenta, sobre todo en el hogar con la familia, en el trabajo con los compañeros de labor y también cuando vamos a disfrutar de algún tipo de recreación social. Donde quiera que estemos somos agentes de reconciliación, para con Dios y entre nosotros.
Los abraza en Cristo. P. Sosa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario