jueves, 29 de diciembre de 2022

Reflexión para comenzar un nuevo año.

Dicen las Sagradas Escrituras; Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús.

Estamos terminando otro año más en medio de una compleja situación mundial, pero no debemos perder el gozo de la vida.

Debemos estar agradecidos a Dios por habernos cuidado y protegido guardándonos en medio de enfermedades mortales, como también de problemas económicos, políticos  y sociales, aun de catástrofe naturales.

Es mi ruego al Dios Todopoderoso, que cada familia y cada uno de sus integrantes, ¡Qué no pierdan el gozo de la vida, que se acerquen a Él! a pesar de todas las circunstancia adversa que les tocó o les toque vivir por causa de esta situación de violencia política, económica, social y climática, que tristemente afecta a muchas familias alrededor del mundo.

La biblia dice; Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46.  Esto debemos entender, Dios no nos promete que no vamos a tener problemas, su promesa es que cuando se presente el problema, Él va a estar a nuestro lado para socorrernos.

Amados amigos y hermanos, Dios es bueno, misericordioso y compasivo, es necesario seguir confiando, recordando que, el que habita al abrigo del Altísimo y mora bajo el cuidado del Todopoderoso, puede estar seguro y confiado que nada malo le va a ocurrir.

Sin duda que la expectativa está puesta en el año que comenzaremos. Puede ser que sus expectativas no sean satisfecha, quizás haya que atravesar momentos muy difíciles y dolorosos, pero si pone su confianza en Dios el buen Padre celestial, nunca estará solo, porque Dios por medio de su Santo Espíritu, estará con usted, su palabra declara; No temas porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10. ¡Poder creer esto es maravilloso! ¡Confiar en este Dios, renueva las fuerzas! Y, aunque las cosas se pongan más difíciles, estará tranquilo y confiado, habrá paz en su corazón y podrá descansar confiadamente en esta palabra que dice Dios; Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré. Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación. Salmo 91:14

Dios bendiga vuestras vidas. Los abraza en Cristo. P. Sosa.  

martes, 27 de diciembre de 2022

¡Eso es amor!

 

¿Quién soy yo Señor?

¿Para que me ames como tú me amaste?

Sin pedirme nada, porque nada tengo,

Sin que yo te busque, me buscaste tú,

Porque tú sabias que perdido estaba,

Sin saber el rumbo de mi transitar.

 ¿Quién soy yo Señor?

Si estando en tinieblas y lejos de ti,

Con misericordia y gran compasión,

¡Vida me ofreciste! ¡Vida tú me diste!

Libraste mi alma, me diste perdón,

Y de muerte a vida, me hiciste pasar.

 ¿Quién soy yo Señor?

¿Para qué me adoptes como un hijo tuyo?

Si yo era un nadie, alguien sin valor,

No tenía un propósito, no sabía quién era,

 No tenía esperanza ni en quién confiar,

Y en mares de lágrimas sabía nadar.

 ¿Gracias mi Señor?

¡Ahora sé quién soy! Tengo identidad,

Soy un ciudadano del reino de Dios,

Porque en tu Gracia, tu Justicia entiendo,

¡Cristo ha pagado por mi redención!

No estoy condenado, ¡tengo salvación!

PS. 2022

lunes, 26 de diciembre de 2022

Empezando la semana.

  ¡Hay esperanza de vida!

Al anochecer, la gente le llevó a Jesús muchas personas con diferentes enfermedades. Jesús puso sus manos sobre los enfermos, y los sanó. Los demonios que salían de la gente gritaban: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Mesías. Lucas 4:38
Estamos en una situación complicada de la salud humana, las guerras, las enfermedades, el hambre, la violencia, el virus del covid que no se fue está al acecho para complicar la vida familiar y social de cada persona.
La sociedad está enferma a causa del miedo y la tristeza, y no precisamente de una enfermedad física, está enferma su alma de angustia y desesperación en muchos casos, la incertidumbre de no saber qué va a pasar le aflige, eso provoca un estado de nerviosismo de no saber qué hacer, a donde ir, porque la ciencia, los médicos y centros de salud no dan garantías en cuanto a la salud humana, las personas no tienen paz pensando en el mañana.
Quiero decirles que, hay una persona que está dispuesta para atender a todos aquellos que lo necesiten, no hay que sacar turno porque atiende las 24 hs, del día, los siete días de la semana y los 365 días del año.
Además no es necesario salir de la casa, solo tiene que ir a la habitación y allí derramarse delante de la maravillosa persona de Jesús.
Porque es Él quien escuchará su necesidad, puede contarle todo lo que le está pasando, y si no salen las palabras o no sabe qué decir no se preocupe, Él conoce el lenguaje de las lágrimas, como así también interpretar los sonidos del silencio cuando entramos a su presencia.
Le aseguro que usted saldrá de ahí sano, con un corazón nuevo, pues Él quitará el corazón de piedra y le pondrá uno de carne, para que pueda amar y creer a Dios, un corazón libre de aflicción, libre de culpa, libre de angustia, libre de rencores, un corazón con capacidad de amar, de perdonar, de hacer misericordia y tener compasión de aquellas personas que por algún motivo, quizás le hayan ofendido o dañado.
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos, sigue teniendo el mismo poder, el mismo amor, y la misma compasión por cada una de las personas de este mundo. Solo espera que cada persona se acerque a Él, para recibir esa ayuda que está disponible para el ser humano, esa ayuda que está garantizada en la cruz del calvario cuando Cristo entregó su vida por mí, por usted y por todos.
Quiera el Señor que usted, disponga su corazón para entrar ante el Trono de la Gracia divina convencido por el Espíritu Santo reconociendo cuanto lo ama Dios, y que usted lo necesita en su vida. ¿Acepta el desafío de acercarse al Trono de la Gracia de Dios?
Los abraza en Cristo. P. Sosa

viernes, 23 de diciembre de 2022

Nació para ir a la cruz, por mí y por usted.

Amados amigos y familiares.

Es mi deseo recordar y compartir con ustedes que, el Nacimiento de Jesús, ocurrido hace más de dos mil años es lo que celebramos en Navidad. Ese niño que nació en Belén, es el mismo  Hombre que por amor al ser humano, muere en la cruz del calvario por mí, por ustedes y por todo el mundo. Él muere para que nuestros pecados sean perdonados, y resucita para darnos vida eterna, ascendiendo a los cielos donde intercede por nosotros, a fin de que tengamos vida nueva en Él.

Si bien Jesús murió por todos, no todos reciben el perdón de sus pecados y la vida eterna. ¿Por qué? Porque solamente aquellos que nos hemos arrepentido, creído y aceptado a Cristo en nuestra vida, somos beneficiados con tan grande acto de amor. Quiera Dios que esta celebración nos lleve a reflexionar la importancia, no de la fecha, sino del hecho en sí, o sea el, ¡para qué nació Jesús en este mundo!

Jesús siendo un niño nada podía hacer por el ser humano, era necesario que creciera, se hiciera Hombre, pasara por todas las circunstancias adversas de tentaciones, sufrimientos, dolor y muerte que el ser humano atraviesa, ser tentado por el diablo, y una vez que hubiera pasado todo eso en victoria, estaba listo para ir a la cruz del Calvario a entregar su vida por nosotros. Porque, Cristo fue a la cruz sin tener pecado propio, por eso pudo cargar con el pecado de todos nosotros y de esa manera redimirnos para Dios. ¡Maravillosa Gracia! Solamente un Dios de amor, compasivo y misericordioso pudo amarnos de esa manera, estando nosotros en rebeldía contra Él.

Es por esto que Navidad, no es y no debe ser una fiesta comercial o del materialismo, sino, un regocijo del alma y el espíritu, agradecidos a Jesús por habernos sacado de las tinieblas y de la condenación eterna, algo que solamente los cristianos podemos entender.

Ahora, con todo esto en nuestra mente y corazón, tengamos una ¡Muy feliz y recordada celebración del nacimiento de Jesús!

Los abraza en Cristo. P. Sosa.

martes, 20 de diciembre de 2022

Pensemos por un momento.

Todos nosotros (las personas) nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Dios cargó sobre Cristo la maldad de todos nosotros.  Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan.  Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.  Lo crucificaron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. Isaías 53

Estando en otra ciudad una vez, salí a caminar y sin darme cuenta, me perdí, no sabía cómo volver. ¡Qué terrible experiencia! Quizás usted también pasó por esto alguna vez. Es feo, verdad, pero tiene solución, preguntando, se regresa.

De esto trata este pasaje bíblico de la perdición del ser humano, pero no como algo temporal sino eternamente. Si en lo físico es terrible, ¡Cuánto más en lo espiritual! El ser humano se alejó de Dios por causa del pecado, y aunque muchas veces trata de volver, no sabe cómo. Busca en la religión pero no le satisface, no es el camino. Dios ha establecido el único camino de regreso a Él por medio de Cristo. Jesús dijo; Yo soy el camino, nadie viene a Dios el Padre sino es por mí.

Ese es el propósito del Nacimiento de Cristo en este mundo. Esto es lo que llamamos Navidad. Jesús nació en Belem, para morir en Jerusalén por mí, por usted, por todos, y resucitar al tercer día, a fin de llevarnos de vuelta al reino de Dios, que es de donde fuimos  expulsados por causa del pecado.

Le pregunto, ¿continúa perdido o ya encontró el camino de regreso a Dios?

Los abraza en Cristo. P. Sosa

viernes, 16 de diciembre de 2022

¡Qué lindo es saber como fue!

Así fue como nació Jesús, el Mesías: su madre, María estaba comprometida para casarse con José. Pero antes de que vivieran juntos, se supo que ella estaba embarazada. José era un hombre bueno y obediente a la ley de Dios. Como no quería acusar a María delante de todo el pueblo, decidió romper en secreto el compromiso.

Mientras pensaba en todo esto, un ángel de Dios se le apareció en un sueño y le dijo: José, no tengas miedo de casarte con María. El Espíritu Santo fue quien hizo que ella quedara embarazada.  Cuando nazca el niño, lo llamarás Jesús. Él va a salvar a su pueblo del castigo que merece por sus pecados.

Cuando José despertó, obedeció al ángel de Dios y se casó con María. Pero no durmieron juntos como esposos antes de que naciera el niño. Y cuando éste nació, José le puso por nombre Jesús. Mateo 1:18

¡Qué grato acontecimiento! ¡Único! ¡Inigualable! ¡Irrepetible! ¡El Hijo de Dios, nacido de mujer! Ese niño que nació y fue acostado en un pesebre, fue creciendo en estatura y conocimiento de Dios, aprendiendo a vivir en esta tierra, obedeciendo a María y aprendiendo de José, escuchando a su Padre celestial, quien por medio de su Espíritu le iba preparando para la obra que vino a realizar en este mundo.

En esa condición de niño, todavía no estaba preparado para salvar a la humanidad. Necesitaba crecer y madurar, enfrentar todas las tormentas de la vida cotidiana, sin ser afectado por ellas. Mostrando el amor, la misericordia, y el poder de Dios ante situaciones conflictivas y dolorosas que los seres humanos atravesamos, como así también su obediencia y sujeción a los mandamientos de Dios el Padre. Manifestando el fruto del Espíritu en su diario andar, enfrentando las falsas acusaciones y trampas malignas, que los religiosos de su tiempo le querían imponer. Preparando a un grupo de personas para que estén con él, enseñándoles todo lo referente al reino de Dios. Escogiendo a los doce que serían sus apóstoles, de los cuales, uno fue quien traicionó a su Maestro y le entrego para que lo mataran. Sufrió el desprecio y la incredulidad de su pueblo, y el rechazo como el Mesías de Dios.

Aunque vivió todas estas circunstancia adversa, llegó al calvario integro, sin pecado, listo para dar su vida por la humanidad, como un Cordero sin mancha, dispuesto para el sacrificio redentor.

No es el niño Jesús quien salva a la persona. Es el Cristo crucificado quien salva al ser humano cuando con arrepentimiento se acerca a Él, reconociendo su pecado y su necesidad de ser perdonado. Tampoco es la religión quien otorga el perdón de pecados y la salvación, sino el Cristo resucitado, quien vive y permanece para siempre, y está sentado a la diestra de Dios padre, intercediendo por nosotros.

Jesús continúa diciendo hoy a todos los que se acercan a Él,  Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:11

Usted ¿Ya escuchó esas palabras liberadoras?

Los abraza en Cristo. P. Sosa.