Ante
tanta incertidumbre social, laboral, política y económica, esto dice la Biblia.
Pelea
la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna. 1Timoteo 6:12
La
fe es un don precioso que tenemos todos los seres humanos, el problema es que
muchas veces se deposita en lugar equivocado, donde no reditúa ningún beneficio
personal.
Sin
embargo la fe nos fue dada para nuestro bien, es para agradar a Dios nuestro
creador y acercarnos a él.
Las
personas continuamente manifiestan tener fe, ser muy religiosas, pero sus vidas
permanecen vacías de contenido espiritual que muchas veces terminan en un pozo
depresivo, sin saber dónde ir o a quién acudir ni en quien creer para salir de
esa situación.
Se
olvidan que es ahí, donde hay que pelear la buena batalla de la fe para mejorar
la calidad de vida terrenal y alcanzar la vida eterna.
Pero
¿cómo, dirá usted? Poniendo la fe en el lugar correcto, o sea en Cristo, quien
es el autor y consumador de la fe, para el que cree todo le es posible.
Pelear
la buena batalla, significa dejar de confiar en aquella persona, religión u
objeto que no ha podido satisfacer las necesidades espirituales o física cuando
más lo necesitó, aun cuando por mucho tiempo confió en ello siguiendo la
tradición familiar, y depositar su fe, en la única persona que dijo; No te he
dicho que si crees, veras la gloria de Dios.
Y
la gloria de Dios se ve cada día en la vida de las personas que han puesto su
confianza en Cristo.
Dios
se glorifica cuidando, consolando, proveyendo, sanando y satisfaciendo todas las
necesidades humanas de los que confían en Él en medio de un contexto de
corrupción, engaño, mentira, injusticia y pobreza que abruma el alma humana.
Si
usted todavía no deposito su fe en Jesús, puede hacerlo ahora. No es necesario
continuar en esa situación de angustia y soledad, hay esperanza cierta de
mejora, no de parte del ser humano ni de la política, ni de los gobernantes,
tampoco de la religión, sino de Dios que ama profundamente al ser humano sin distinción
de raza, posición social o situación personal.
¡¡¡Comience a pelear usted también
la buena batalla de la fe!!!
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