Si hay algo que perturba al ser humano en todos los órdenes
de la vida, son las leyes humanas y las de Dios, es por eso que trata de
ignorarla voluntariamente.
Como seres humanos muchas veces se piensa que la ley es para
el otro, que yo estoy exento, es como si nos gustara estar fuera de la ley, o
no tener que responder ante la misma, parece que eso es más divertido y que no
me afecta.
¿Será así? ¿Es
necesaria la ley? ¿En qué nos ayuda?
Si entendemos que las leyes están para direccionar la vida
del ser humano hacia lo bueno, lo correcto y lo saludable. Sabremos que es sumamente
necesaria, de lo contrario cada uno haría lo que mejor le parece y estaría bien.
¿Quién podrá decir lo contrario? ¿En base a qué?
Como no se entiende esto, se trata de conseguir leyes que
avalen conductas inapropiadas, pensamientos erróneos y que no son necesarias, simplemente
porque no todos desean ese tipo de vida o comportamiento. Es mejor que esa
minoría que clama por nuevas leyes trate de ponerse a tono con las leyes
vigentes, antes que obligar a la mayoría de las personas que acepten leyes que
van en contra de sus buenos principios y valores.
Es verdad también
que las leyes siempre cumplen dos funciones a saber; protege al que la respeta
y condena al que la transgrede. Es por eso que debemos velar por las
leyes que amparan y protegen lo bueno, lo honesto, lo saludable y los
principios y valores cristianos.
Naturalmente las personas se rebelan ante una determinada ley
que no les permite hacer lo que quieren. Pero eso no hace que una ley sea mala,
al contrario resguarda de cometer errores que después hay que lamentar.
Es cierto que muchas de las leyes que se crearon en los
palacios legislativos no todas son justas, porque no todas están para todos los
ciudadanos, sino para determinados sectores sociales o económicos. Pero también
es cierto que muchas de ellas sí son para todos.
Eso sí, tengamos en
cuenta que las leyes dadas por Dios son todas justas.
Esto dicen Las Sagradas Escrituras: La Ley de Dios
es perfecta, que convierte el alma. Salmo 19:7
Los seres humanos por causa de la desobediencia de Adán y Eva
en el principio mismo de la creación, se han declarado en rebeldía contra el
Creador, por lo tanto no pueden ni quieren aceptar sus leyes de vida, que Dios
dispuso para su máxima creación que es la raza humana.
Pero debemos
entender que las leyes establecidas por Dios para el ser humano, guste o no, se
acepte o no, se respete o no esas leyes no pierden vigencia y nunca van a ser
derogadas, siempre van a cumplir el propósito para lo cual ha sido dada, aun
cuando los seres humanos en su soberbia, promulguen leyes contrarias a las
dispuestas por Dios.
Por lo tanto, reflexionemos un momento y aceptemos para
nuestro bien, el ajustar nuestra vida a lo que Dios como nuestro creador
dispuso, y no tratemos de ignorar, porque eso nos juega en contra y la
consecuencia lógica es tener una vida sin sentido, vacía de toda esperanza, sin
certeza de un final feliz.
Los que aman tu palabra Dios, disfrutan de mucha paz y no
sufren ningún tropiezo.
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