miércoles, 10 de abril de 2019

¿Qué sociedad se está construyendo?





Vivimos en un mundo que cada día se vuelve mas adverso, un mundo violento, un mundo materialista, un mundo con muchas religiones pero con muy poca vida piadosa y espiritual, un mundo que se devora a sus habitantes, un mundo que se encamina hacia su propia destrucción.
Sin embargo nosotros las personas que habitamos este mundo, somos los únicos responsables de esta situación caótica mundial, pues no hemos sabido cuidar nuestro planeta, hemos ido contaminando todo nuestro hábitat y lo seguimos haciendo.
No cuidamos nuestro medio ambiente y en nombre de la civilización y el modernismo, continuamos nuestra loca carrera destructiva de los recursos naturales que sanean y contribuyen a descontaminar la atmósfera, como ser los bosques y selvas milenarias que indiscriminadamente se talaron y se talan.

¿Por qué digo esto? ¿Cómo lo sabemos?

Porque la situación climática nos lo hace ver cada día.
Con terremotos, volcanes, huracanes, ciclones, sequías, calores extremos, fríos intensos, lluvias torrenciales, aludes, inundaciones violentas, etc.

Nosotros, sus habitantes.
¿Qué hacemos para cambiar esto? ¿Cómo reaccionamos ante las cosas que suceden?

Debemos saber que cuando Dios crea al ser humano, lo hace con un propósito sublime como es, el de ser el administrador de todo lo creado, bajo las directivas de Dios.
Es muy importante poner atención a lo que dicen las Sagradas Escrituras con respecto a toda esta situación, porque según la perspectiva que se tenga de la eternidad, la relación con Dios, la vida después de la muerte, es lo que regula el comportamiento humano en este mundo, como se vive y que se hace, sabiendo que hay que rendir cuenta al Dueño de toda la creación.
El apóstol Pedro escribió; No olviden el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y que los apóstoles enseñaron a ustedes.  
En primer lugar, tomen en cuenta que, en los últimos días, vendrán algunos que sólo pensarán en sus malos deseos.
Se burlarán de las personas piadosas que creen en Dios  y preguntarán: ¿Qué pasó con la promesa de que Jesucristo regresaría?
Ya murieron nuestros padres, ¡y todo sigue igual que cuando el mundo fue creado!  
Esa gente no quiere darse cuenta de que, hace mucho tiempo, Dios creó los cielos y la tierra, y de que con sólo una orden separó la tierra y los mares.  
Además, Dios usó el agua del diluvio universal para destruir al mundo de esa época; pero, con ese mismo poder, ha dado la orden de que, en el momento indicado, los cielos y la tierra que ahora existen sean destruidos con fuego.
Serán quemados el día en que Dios juzgue a todos y destruya a los que hacen el mal.
En ese día, los cielos desaparecerán en medio de un ruido espantoso, las estrellas serán destruidas por el fuego, y la tierra y todo lo que hay en ella desaparecerán. (2 Pedro 3:6 y 7)

Ahora bien, ¿Se puede escapar de eso? ¿Hay alguna esperanza para la humanidad?
O lamentablemente estamos todos condenados a correr la misma suerte, sin ninguna posibilidad de salvarse de esa situación.
Para eso debemos recurrir nuevamente a la palabra de Dios, y en ella leemos lo siguiente;
Ya que todo será destruido de esa manera, ustedes deben obedecer sólo a Dios, hacer el bien,  y esperar con ansias el día en que Dios juzgará a todo el mundo. (2 Pedro 3:11)

Es cierto, toda nuestra sociedad se está autodestruyendo, no creyendo que la vida sin Dios, no es vida, solo una mera existencia, el ser humano se encuentra perdido en este mundo sin Dios y sin esperanza, con un presente efímero,  sin tener un futuro cierto, simplemente se encamina inexorablemente a la tumba, creyendo equivocadamente que allí termina todo, por eso se comporta de esta manera.

Pero ¿Qué sucede después de la muerte física? ¿Termina todo en la tumba o existe algo más?

Cuando alguien muere, aunque muchos no creen, que hay vida después de la muerte, y tampoco aceptan que exista un cielo y un infierno, se consuelan diciendo; se fue al cielo, se fue con Dios.

¿Será así, se fue con Dios? ¿Podemos con seguridad decir eso?

Tal vez sea un buen deseo, una manera de auto consolarse, pero que no satisface plenamente, y esta bien que sea así, porque eso hará que se trate de encontrar la verdad, con respecto a lo que sucede después de la muerte y que sucede con el alma.
Porque eso hay que averiguar aquí y ahora, mientras estamos en esta tierra, para no tener sorpresas desagradable.
Después de salir de este mundo, ya es tarde para hacer cualquier corrección al respecto.

¿Qué es lo que se cree?  ¿Cuál es la verdad?

En la palabra de Dios encontramos que dice claramente, quienes no califican para entrar en el reino de Dios y quienes sí, van a entrar al reino para vivir eternamente con Dios.

Leemos en las Sagradas Escrituras esto;
No se dejen engañar. Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán en el reino de Dios.
Me refiero a los que tienen relaciones sexuales prohibidas, a los que adoran a los ídolos, a los que son infieles en el matrimonio, a los afeminados, a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a los ladrones, a los que siempre quieren más de lo que tienen, a los borrachos, a los que hablan mal de los demás, y a los tramposos.
Ninguno de ellos participará del reino de Dios. (1 Corintios 6:9-10)

Usted se estará preguntando.

¿Entonces quiénes son los que pueden entrar al reino y vivir eternamente?

Porque, el estilo de vida de la sociedad, refleja exactamente todo lo que Dios prohíbe, ellos manifiestan con sus hechos, que lo que dicen las Sagradas Escrituras, no es verdad, no quieren creer que es así como esta escrito.

Que se puede vivir de cualquier manera, hacer lo que se nos ocurra sea bueno o sea malo y que igual terminaremos en el cielo.
No es así, si leemos atentamente las palabras dichas por Jesús el Cristo, descubriremos que hay dos caminos y dos destino final y eso es así, creamos o no, aceptemos o no.

Nosotros elegimos el camino y escogemos el destino final según el camino que hemos elegido, eso lo manifestaremos con nuestra manera de vivir,  con nuestra conducta, con nuestro comportamiento, y según cómo vivimos y como nos comportamos será la manera de construir la sociedad.

Y lo que cada uno elije, nadie lo puede cambiar, creamos o no, después de muerto no hay misa que valga, no hay oraciones que hagan efecto, ni siquiera las propias.
Somos personas libres de escoger y decidir, se puede elegir hacer la voluntad de Dios, o se puede tomar la decisión de vivir de la manera que cada uno escoja.

Como dice la canción popular; “A mi manera”
Pero debemos saber que el destino final, depende de lo que cada uno decide. 
Por eso es importante arreglar nuestras cuentas con el Dueño del reino, antes de partir de este mundo.

¿Estamos transitando hacia una eternidad con Dios o hacia una eternidad lejos de Dios?

Leamos y escuchemos lo que Jesús dice;

Es muy fácil andar por el camino que lleva a la perdición, porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente va por ese camino!  
Pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida, porque es un camino muy angosto.
Por eso, son muy pocos los que lo encuentran. (Mateo 7:13-14)

Debemos acordarnos que la sociedad la formamos entre todos los seres humanos y nuestra conducta individual hará que sea la conducta de la sociedad, por eso es muy importante como vivimos.

Detenernos a reflexionar ¿Qué camino estoy transitando? ¿Será el ancho o el angosto? ¿Cómo saberlo?

Es fácil, si usamos esta palabra de Jesús como espejo, para mirar nuestro andar diario y comparar.

Mi conducta ¿cómo es?   Mis pensamientos ¿son honestos?
Mis acciones ¿son correctas?   Mis obras ¿son buenas?
Mi vida ¿es transparente?

De acuerdo a la respuesta que me da su palabra, sabre como y donde estoy, sabre que camino estoy transitando y además sabre qué estoy aportando para el bienestar de la sociedad.

Por esta situación que vivimos los seres humanos, es que Dios tuvo que enviar a su Hijo Amado a este mundo en forma humana, para enseñarnos que se puede vivir bien, obedeciendo los consejos de Dios.

Venciendo aquello que domina al ser humano, y le hace hacer cosas malas, que destruye la buena relación entre hermanos de raza, y con la creación toda, esto es venciendo al diablo y al pecado que afecta la vida humana.

Leemos en el evangelio de Juan 10 esto que dice Jesús; El ladrón, el diablo, no viene más que a robar, y matar, y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

Es maravilloso saber que Dios por medio de su Hijo nos ofrece una vida plena de victoria sobre el mal y la maldad, y poder vivir una vida de satisfacción personal y grata a los ojos de Dios y de las personas.

Para realizar una radiografía de nuestra sociedad, le propongo un ejercicio sencillo, por ejemplo que prestemos atención y observemos a las distintas instituciones o clases que conforman nuestra sociedad actual.

Como ser; los gobiernos, la política, las religiones, los sindicatos, las obras sociales, los empresarios y los obreros.
¿Cómo son? ¿Cómo actúan? ¿Son confiables? ¿Son honestos? ¿Son responsables? ¿Son compasivos?

Recordemos que el ser humano sigue siendo el mismo desde todas las épocas, Dios declara esto de nosotros;
El Señor vio que era demasiada la maldad del hombre en la tierra y que éste siempre estaba pensando en hacer lo malo,  y le pesó haber hecho al hombre. (Génesis 6: 4)  

¡Qué triste evaluación de parte de quien conoce verdaderamente la raza humana!
Pero lo maravilloso, es que no se dio por vencido ante esta situación, sino que como creador tomó la decisión de hacer algo al respecto. ¡Enviar al mundo a su Único Hijo!

¿Para qué? ¿Con que propósito? ¿Qué quiso lograr? Se preguntara usted.
Si todo sigue igual, el mundo sigue deteriorándose cada vez más. Las personas continúan maltratándose entre si.
Nada cambia para bien con el paso del tiempo, al contrario cada día la maldad aumenta.

Ahora bien, Cristo no vino por el mundo material, Cristo vino por usted y por mí, para ayudarnos a ser distintos, porque si nosotros los seres humanos cambiamos, la sociedad cambia y el mundo material mejora también.


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